19 may. 2024

Crecimiento desigual

El aumento del producto en nuestro país va acompañado de pobreza. En ciertos años crecen ambos. Obviamente el lapso en el cual tiene lugar esa cuantificación es determinante. La tendencia, sin embargo, es que el crecimiento de la economía es desigual y excluyente. El modelo de desarrollo, vigente desde siempre, se caracteriza por concentrar los beneficios del progreso económico y social en los estratos superiores de la pirámide demográfica. Lo que implica que los posicionados en la parte central y superior de ella experimentan en los estratos intermedios movilidad social ascendente y en los superiores una concentración enorme de poderío económico. Por el contrario, los estratos inferiores permanecen desprovistos de lo elemental para una subsistencia digna: puestos de trabajo estables y remunerados de acuerdo con las disposiciones legales. En casos extremos, los más bajos de los estratos inferiores sufren pauperización. Es decir, les va cada vez peor.

FUTURO DECEPCIONANTE PARA ALGUNOS ESTRATOS. Las perspectivas de que este modelo de desarrollo mejore sustancialmente y que el crecimiento se vuelva inclusivo para las masas poblacionales desprotegidas son poco probables porque no existen mayorías político-partidarias ni legislativas que acompañen la sanción y promulgación de normas que den curso legal y real a la prosperidad compartida. Además, el Poder Ejecutivo no da muestras de querer embarcarse en reformas profundas. Y el Judicial, en gran parte, sigue siendo un antro de corrupción y de ineficiencia, al igual que el Legislativo. En otras palabras, hay escasas posibilidades en ese contexto de que los estratos poblacionales más bajos puedan participar igualitariamente, o cuando menos en términos proporcionales, a los beneficios del progreso económico y social.

AL RESTO LE VA BIEN O MUY BIEN. No obstante, hay que señalar simultáneamente que Paraguay, en términos de indicadores ortodoxos, ha evolucionado favorablemente para las mayorías poblacionales intermedias y elevadas a lo largo de su existencia, desde que existen registros públicos y privados sobre las mediciones de bienestar. Es importante recalcar que esta afirmación tiene validez solo en términos relativos. Es decir, a lo largo de su historia ha vivido aquí una población escasa que fue creciendo significativamente. Hoy en día este país tiene unos 7 millones de habitantes. En tiempos previos e inmediatamente posteriores a su descubrimiento por la Corona española, en aquellas épocas de demarcaciones fronterizas confusas, la Provincia Gigante de las Indias contaba apenas con unas pocas decenas de miles de personas.

En la actualidad, las mediciones cuantitativas del progreso económico y social han mejorado sustancialmente. Y gracias a ellas puede afirmarse lo dicho en los primeros párrafos de esta columna. La luz que echan las nuevas estadísticas, cada vez mejores, sobre la realidad en esas áreas deja ver efectivamente que pocos poseen mucho y que muchos poseen poco. Y las perspectivas de que esto mejore próximamente en forma sustancial son escasas.

ALGO SIMILAR EN ALC. Esa misma es la situación en la mayor parte de América Latina y el Caribe. Paraguay, conocido como uno de los países más pobres del continente, ha logrado no obstante alcanzar cotas de prosperidad compartida entre sus estratos poblacionales intermedios y superiores. El drama lo tienen consigo los inferiores, en especial los más bajos entre ellos. Las políticas públicas y privadas orientadas a mejorar la situación de estos últimos no son suficientes y con frecuencia la corrupción en la intermediación de flujos de dinero y programas, destinados a aliviar su situación, consume parte significativa de los recursos para tan nobles emprendimientos.

MUCHO QUE MEJORAR EN ECOLOGÍA. Se ha analizado brevemente y a grandes rasgos la situación económica y social. La ecológica es probablemente la peor posicionada entre todas. La destrucción masiva de bosques, sin reforestación significativa, resta posibilidades a un equilibrio ambiental medianamente aceptable. Y la polución de agua, tierra y aire empeora las cosas. La conciencia crítica sobre esta situación es escasa. En numerosos casos ni se la tiene. Y en ciencias sociales, lo que no se percibe, no existe.