05 ago. 2025

Crecen milagros de futura beata y la devoción hacia ella

La gracia y los prodigios que se producen por intercesión de la venerable María Felicia de Jesús Sacramentado, a los ojos de sus devotos, se cuentan de a miles. Uno tras otro. Las historias y los testimonios de vida se amontonan los 28 de cada mes, cuando los fieles de Chiquitunga se juntan para rezar en su nombre en el convento de las carmelitas descalzas.

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Felices. Josías así como su mamá María Leticia y su abuela, Juana, veneran a Chiquitunga. |Foto: Walter Franco.

A este ritmo, consideran que tras su beatificación no tardará en llegar a la santidad.

El más reciente de los presuntos milagros corresponde a una, también inexplicable y súbita, recuperación de un niño de apenas dos años que fue ingresado a un hospital con escasos pronósticos de vida, de acuerdo al relato de su abuela Juana Benegas.

Josías Eduardo, de Lambaré, estuvo internado en una de las salas de terapia intensiva en el Instituto de Medicina Tropical con un cuadro severo de encefalitis por herpes viral.

Los médicos, tras doce días de internación, le habían dicho a María Leticia Ruiz –madre del menor– que solo un milagro lo salvaría: le pronosticaron 20% de vida.

“Cómo no me acordé de vos para que pueda encomendarte a mi nieto”, se recriminó Juana cuando iba a bordo de un colectivo. Contó que, al cerrar los ojos, se le presentó la imagen de una estampa de la futura beata.

La abuela de Josías vive en Ypané, trabaja como empleada doméstica y suele rezarle a Chiquitunga –dijo– pero, hasta ese momento, no lo había hecho para pedir la recuperación de su nieto. “Vi su estampita y también que mi hija golpeaba la puerta del convento de las carmelitas”, completó el cuadro de su ensimismamiento. Ahí nomás empezó a rezarle y le refirió lo que vio a su hija.

Eso había sido el miércoles 20 de setiembre último. La noche del viernes 22, él, su nieto, había vuelto en sí. “Ya para el lunes 25 abandonó el centro asistencial”, se alegró.

Por falta de tiempo, todavía no fue a contar este presunto milagro que se suma a los muchos que se cuentan los 28 de cada mes en el convento de las carmelitas descalzas en Asunción. “Sinceramente ya perdemos la cuenta”, confesó Raquel Pizzurno, madre superiora de ese claustro.

“Tratamos en la medida de lo posible de que haya alguien que cuente algo sobre una gracia muy extraordinaria. Suele haber, uno a dos testimonios por día”, comentó al precisar que en su mayoría son devotos de la venerable que llegan desde el interior; incluso, de países vecinos, el 28 de cada mes.

“La devoción es la que va creciendo mucho”, valoró la hermana Raquel, quien confía en que no faltarán otros prodigios que puedan llevar a Roma como testimonios para la canonización de Chiquitunga.