27 oct. 2025

Carta abierta a los Reyes

Carolina Cuenca

“Queridos Reyes Magos: Este año me porté más o menos bien. Les pido un Transformer Óptimus y un juguete de Goku, por favor. Me voy a portar mejor este año. PD: Les quiero mucho”.

Esta y otras cartitas ilustradas escribieron niños de mi familia en estos días previos a la llegada de los Reyes Magos de Oriente, quienes desde hace más de 2000 años siguen una estrella y, puntual y mágicamente, el 6 de enero entregan regalos a los niños y así repiten la lógica de la maravilla.

Sí, efectivamente, hay una lógica que los niños entienden y que los adultos vamos perdiendo con el tiempo, esa que hace perfectamente factible cargar con arena y piedras un sitio y formar montañas, hacer garabatos con el dedo apuntando al cielo y crear personajes con las nubes, considerar la hipótesis de que la luna llena es la enorme linterna de un gigante y otras consideraciones que unen imaginación, deseo, razonamiento y esperanza.

Lástima que los adultos, en nuestra consabida pretensión de ilustrados, intentemos borrar o empañar tan significativos razonamientos infantiles.

No faltan los escépticos que no solo cultivan interiormente su amargura ante las contrariedades de la vida, sino que “necesitan” inculcar una visión pesimista en los niños y los avergüenzan por tener deseos y esperanzas sencillas de felicidad. ¡Y luego se quejan de la deshumanización!

Solo los locos y los poetas entienden a veces, y torpemente algunos “genios”, que la vida es un cíclico, pero nada aburrido acontecer de maravillas.

El amanecer, la voz humana, los nidos de las aves... ¡cuánta genialidad hay en la naturaleza y el mundo que no depende de nuestro voluntarismo!

Hay una sabiduría simple y muy atractiva en la natural relación que tienen los niños con el asombro y el misterio. Los Reyes Magos lo saben y les traen regalos que solo adultos descorazonados evalúan por tamaño o precio... Los niños son capaces de valorar el gesto que se revive cada año en enero, pero sobre todo sopesan mejor la importancia de los momentos, de las sorpresas que encierran la espera y el acontecimiento presente. Creo que, sin filosofarlo, ellos nos transmiten lo que significa valorar el hoy y el instante con apertura a la belleza y al bien.

Por eso, abogo por redescubrir, revalorizar y hasta tratar de enseñar eso que el posmodernismo insiste en negar y descartar por completo de entre nosotros: la inocencia de los niños.

¿Por qué permitir que el consumismo o el materialismo reduzcan o reinterpreten la realidad en tonos oscuros y grotescos robando a los niños la ilusión de la espera de los Reyes?

No podemos negar que existen la guerra, el hambre, la injusticia, pero tampoco podemos negar que la vida sobrepasa nuestras medidas en positivo.

Esto es lo que está en nuestras manos de adultos reconocer y respetar. Al menos si queremos potenciar una ciudadanía sana.

Por eso, vale la pena hacer un trabajo educativo de resignificación de elementos culturales con gran carga de valores como lo es la visita de los Reyes Magos a nuestros queridos niños.

Los niños lo esperan, hagamos que suceda.

Y a todos ellos, los pequeños sabios de la Tierra, les deseo feliz fiesta de la epifanía.