23 abr. 2024

¿Adiós a los ladrillos?

Casas más baratas y listas en menos tiempo, una meta que se encuentra al alcance gracias al sistema de construcción industrializada, basado en el cemento celular, que podría convertirse en la solución habitacional más accesible y en una actividad inclusiva.

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Revista Vida

Por Carlos Darío Torres / Fotos: Fernando Franceschelli.

Ana es ama de casa, pero como muchas otras mujeres paraguayas, se vio obligada a buscar otra ocupación para ayudar con el sustento familiar. Por eso ahora también trabaja en la construcción, instalando conexiones en las viviendas que se están levantando en el barrio San Francisco. No es la única, pues hay otras que como ella van cambiando los paradigmas de un oficio asociado siempre con los hombres.
“Todos los trabajos de conexiones, de plomería, de electricidad, de cloaca, de seguridad contra incendio, son tareas que no necesitan de fuerza física, sino de inteligencia. Y las mujeres tienen una gran inteligencia manual. Lo comprobamos y empezamos a formarlas en esas áreas”, afirma el arquitecto Alcides Zelada, del Consorcio de Construcciones Industrializadas.
La empresa fue adjudicada por la Itaipú Binacional para la construcción de 78 edificios de departamentos en Zeballos Cué, en el complejo habitacional San Francisco, una oportunidad para ejecutar una forma novedosa de construcción, basada en el concepto industrial de la línea de montaje.
Inclusión
“La construcción está considerada como territorio exclusivamente masculino, porque requiere mayormente de fuerza física, y en la obra no siempre es así. En el sistema industrial necesitamos gente que se encargue de ciertos detalles y vemos que las mujeres son mucho más responsables que los varones en cuanto al horario, al cumplimiento de las indicaciones y en cuanto al concepto de calidad”, agrega Zelada.
Las ventajas del sistema se reflejan en la reducción de costos y del tiempo de ejecución, pero los beneficios exceden el ámbito material de la actividad, porque además traen consigo una saludable brisa de inclusión, como la mencionada incorporación de la mujer y el adiestramiento de personas sin oficio en habilidades propias de la construcción.
“La otra revolución de este sistema es que en dos meses puede formar a una persona capaz de construir dentro del sistema de hormigón. Si voy a utilizar ladrillo, necesito tener albañiles; y formar un albañil, hasta convertirlo en un oficial, lleva cuatro años, el mismo tiempo que tarda formar un licenciado” resalta.
Todo el proceso de construcción se asemeja a una línea de montaje industrial, donde cada personal debe ejecutar una tarea específica sobre el trabajo previo de otro obrero. Esto exige un alto compromiso profesional, en el que cada trabajador tiene que realizar su parte con la mayor responsabilidad y pericia.
En la zona de obras, en Zeballos Cué, las mujeres se mezclan con sus colegas masculinos. Se las ve manipulando las conexiones (los kits de conexiones son instalados antes del hormigonado), mientras los hombres ejecutan otras tareas, como el vuelco del hormigón sobre un entramado de varillas de hierro, para dejar lista la platea, el basamento sobre el que se erigirán las paredes. No se ven ladrillos, solo hormigón.
Para levantar las paredes se llenan unos moldes con la mezcla. El material utilizado es el hormigón celular, basado en el hormigón tradicional, pero al que se le agrega aire. “Se infla el hormigón como si fuese una torta en el horno”, explica el arquitecto.
El producto en cuestión termina siendo mucho más liviano que el tradicional y tiene propiedades térmicas, es decir, se convierte en un aislante, una ventaja durante el verano paraguayo; asimismo, cuenta con propiedades acústicas, ya que puede retener el sonido. Sin embargo, posee la misma resistencia que el hormigón tradicional.
Zelada cuenta que el producto se inventó en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue a través de la experiencia brasileña que fue conocido en Paraguay. Durante el primer mandato de Luiz Inácio Lula Da Silva, Brasil lo trajo y lo desarrolló, no como aislante térmico, sino dirigido hacia la construcción de viviendas para sectores sociales carenciados y un proyecto de generación de mano de obra.
Cambios

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Revista Vida

La incorporación del hormigón celular significa el cambio del material ladrillo por el concreto. “Es cuatro veces más rápido que el ladrillo. Una obra que normalmente se termina en un año, con este material se liquida en tres meses”, añade Zelada.

El arquitecto agrega otro ejemplo y destaca que con el material tradicional se tarda siete días en el desencofrado (el retiro de los continentes de madera una vez que el material fraguó), mientras que con el celular solo se tarda 12 horas.
“Y así entramos en la industria del plástico, del hierro, del hormigón. Todo eso estamos revolucionando, y el país no se va a quedar sin ladrillos porque hay demasiado trabajo y necesidades. No estamos dejando afuera a la gente de la industria de la construcción con los nuevos proyectos, sino al revés, porque incorporamos muchísimas personas al trabajo”, cuenta Zelada.
Según el profesional, nada de esto se podría hacer si no existiera una industria que apoye en cuanto a logística de calidad y cantidad. Es que se necesita un cemento con una resistencia inicial superior al que la INC comercializa actualmente, y si bien todavía la empresa paraguaya no tiene un material de estas características, con este emprendimiento van a iniciar el lanzamiento del nuevo producto.
“Es la primera vez que una institución oficial como la Itaipú Binacional nos permite concursar por ideas. La licitación no está dada porque sea más barato solamente, sino porque es más veloz y tiene mejores resultados sociales, en cuanto a precio, velocidad y capacitación”, dice Zelada. Están construyendo una nueva forma de trabajo.