Docente de profesión, la accidentada comenta con cierta pena que tras una vida de mucho ritmo, desde el siniestro en abril pasado, solo sale de su casa para ir a las sesiones diarias de fisioterapia en IPS.
Al costado de su cama, se puede apreciar una máquina similar a una bicicleta, donde doña Juana debe ejercitarse varias veces al día para recuperar la movilidad, ya que los 8 clavos que le colocaron en las vértebras, le permitían hasta hace poco tener mínimos movimientos.
“Me estoy recuperando de a poco. Me dijeron los doctores que es casi un milagro, porque podía quedar en silla de ruedas y mínimo en seis meses podía volver a pisar. Pero gracias al apoyo de mi familia y amigos, estoy superando la situación”, expresó.
Demora. La familia de la accidentada tuvo que pagar de su bolsillo unos G. 19 millones, ya que en el momento de la operación, la empresa de transporte no se hizo cargo de lo sucedido.
Recién hace dos semanas, los representantes de la Línea 58 fueron hasta la casa de la docente a saldar la cuenta, pese a que el propietario de la compañía, Roberto Giménez, se comprometió a asumir los gastos y la recuperación.
“Fueron momentos difíciles económicamente, porque eso salió de nuestro bolsillo. Por suerte y por presión de la prensa ellos se acercaron a devolvernos lo que gastamos”, mencionó.
Finalizó pidiendo a los empresarios del sector que insistan en la capacitación de los conductores. “Que piensen que esta clase de choferes algún día puede lastimar a alguien de su familia, esto debe servir de lección”, apuntó Marecos.