El polémico multimillonario Donald Trump se ha convertido en el 45º presidente de los Estados Unidos tras derrotar a la demócrata Hillary Clinton. Una gran sacudida se está viviendo en ese país del Norte, el más poderoso del planeta, así como en todo el mundo por estos resultados finalmente inesperados. Analistas y politólogos de todos los colores buscan explicación a un fenómeno que, entre otros, ha dejado mal paradas a las proyecciones y las encuestas.
Si bien se suponía una dura puja, la opinión pública internacional no se esperaba que un personaje tan controversial, con un discurso directo y agresivo, que no gozaba de la preferencia de los poderosos medios de comunicación, ni famosos de Hollywood, y que no presentaba un perfil de perfecto equilibrio, terminara venciendo a una candidata tan políticamente correcta.
Hay incertidumbre, pues ahora se verá cuánto coincide esa polémica figura electoralista, que se ganaba grandes titulares en la prensa, con el Trump que ocupará el despacho oval de la Casa Blanca. Analistas confían en que la institucionalidad y el Congreso le bajen de revoluciones al soberbio empresario.
En tanto, cabría esperar que el presidente electo modifique ciertas políticas inhumanas impulsadas por Barack Obama, y muy difundidas en América Latina por su gobierno, como la que apoya y facilita el asesinato de niños en el vientre materno, así como la financiación con dinero público a Planned Parenthood, oscura organización multinacional que lucra con el aborto, y que está investigada por traficar con los órganos de niños no nacidos, desmembrados en sus clínicas.
Igualmente, es de esperar que Trump acompañe el derecho humano básico de la libertad religiosa y de pensamiento, amenazado en estos últimos años por la administración Obama, que incluso llegó a procesar a quienes ejercieron la objeción de conciencia. Y a estos se suman temas también delicados y complejos, como la problemática de los migrantes, la relación con los países latinoamericanos, el libre comercio y apertura de mercados, la política frente a Cuba, el manejo de la presencia militar en zonas de conflicto, como Medio Oriente, entre otros.
Y mientras siguen los análisis sobre esta crisis desatada por la falta de un liderazgo político responsable y ético, y de las distancias invisibles que separan las propuestas de los políticos y los medios, con relación a lo que piensa y desea el ciudadano, vale unirnos en la esperanza de la instalación de un gobierno estable y justo en ese país de tanta influencia y poder; uno que no promueva muros sino más bien puentes, que defienda verdaderas libertades y respete la vida.