06 may. 2025

Veneno que alivia

La toxina producida por las abejas contiene propiedades curativas y su uso medicinal es tan antiguo que se remonta hasta la Edad Media. Ahora, un medicamento reúne las sustancias del veneno en un comprimido sublingual que evita tener que someterse a las dolorosas picaduras.

Abeja.jpg

Getty Images

“Yo tuve artritis reumatoidea; muy desagradable, siempre estaba muy medicada. Hasta que descubrí esto por casualidad”. Para Marta Ynsfrán, enterarse de las propiedades de la toxina de abeja como cura para sus dolores fue casi una revelación. Y desde entonces difunde las bondades de la apitoxina con una fe digna del creyente más devoto.
Su acercamiento a la terapia mediante el veneno de abejas se produjo en ocasión del Séptimo Congreso Latinoamericano de Apicultores, realizado en 2004 en Paraguay. En la ocasión, Marta conoció a apicultores, científicos, médicos, empresarios y técnicos en la materia.
“Me empapé del conocimiento y decidí tomar esa medicina. La traje desde Uruguay, por la cercanía y porque es un país serio y con controles”. Marta estaba decidida a probar un comprimido que contenía melitina y apamina, componentes de la toxina de abejas, que debía ingerirse ubicándolo bajo la lengua.
La razón de que su aplicación sea sublingual se debe a que la ingesta vía digestiva podría neutralizar las propiedades de la medicina si se la somete a la acción de los jugos gástricos. El comprimido se disuelve en alrededor de 30 segundos y solo deja algunos grumos del excipiente en la boca.
Medicina antigua
El uso del veneno de abeja en el tratamiento de algunas dolencias y enfermedades no es nuevo. La apiterapia, es decir, la cura de males físicos mediante la utilización de productos derivados de la actividad de la abeja, se conoce desde la época del Egipto de los faraones y de la antigua China. Hipócrates, entre los siglos V y IV a.C., ya apelaba a la apiterapia.
Pero la apiterapia de ese entonces no incluía aún el uso de las apitoxinas ni su aplicación mediante la picadura de abejas. Recién en la Edad Media el veneno de abejas empezó a ser utilizado como tratamiento. Crónicas de la época consignan que Carlomagno, entre los siglos VIII y IX, se trataba la gota mediante este procedimiento.
Actualmente está aceptado que el veneno de abejas es eficaz en el tratamiento de las esclerosis múltiples y de las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoidea. Una enfermedad autoinmune es la causada por el sistema inmunitario, que ataca las células del propio organismo. De esta manera, el propio sistema inmunitario se convierte en el agresor y daña partes del cuerpo, en vez de protegerlas.
En cuanto a los efectos terapéuticos, la apitoxina tiene propiedades antiinflamatorias, ya que estimula el eje hipotálamo-hipófisis-glándulas suprarrenales e induce a la producción de corticoides endógenos, que son creados internamente.
También se le reconocen efectos analgésicos, pues libera endorfinas; y es antidepresiva, ya que estimula la producción de serotonina, dopamina y noradrenalina, neurotransmisores responsables del bienestar anímico.
Asimismo, es inmunomoduladora, porque activa la formación de células multicelulares, monocitos, macrófagos, linfocitos A y T; es hipotensora, pues dilata los vasos sanguíneos; antiviral, pues actúa sobre los lípidos de los virus; e incluso antitumoral, porque se le atribuye cierto efecto destructor de las membranas celulares tumorales.
La reumatóloga Yanira Yinde afirma que “la apitoxina produce una acción neurotóxica y además estimula el aparato circulatorio al atraer la sangre hacia la zona afectada del cuerpo. Se cree que son dos los componentes que actúan de forma beneficiosa para el tratamiento de las afecciones: la apamina y la melitina, que estimulan la producción de corticoides endógenos, lo que genera el efecto analgésico, antiinflamatorio y la modulación del sistema inmune”.
Ahora importa
Marta empezó a consumir las pastillas de apitoxina producidas en Uruguay y los resultados favorables no tardaron en presentarse. “Mi doctora me dijo que la enfermedad estaba en remisión, sin síntomas detectados en sangre. Estaba tomando la apitoxina y ya había dejado de ingerir mis otros remedios”, recuerda la paciente.
Debido al mejoramiento de su dolencia y a la desaparición de los dolores, Marta se convirtió en importadora del producto, que hoy ya se consigue en el país bajo el nombre comercial de Apitox. Por ahora, el único lugar de venta es la farmacia de Asismed. Cada blíster cuesta 141.000 guaraníes y contiene 25 pastillas.
El producto es de venta libre y está registrado en el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Su consumo es libre aunque, por precaución, las personas alérgicas a las picaduras de insectos deben consultar con algún médico antes de ingerirlo.
“Contraindicaciones, solo en época de lactancia y embarazo. Se puede tomar a diario, se comienza con media pastilla por día durante una semana; al cumplirse siete días, se sube a una por día, y en la tercera semana se puede subir a dos comprimidos diarios. Si es una persona muy enferma, con deformaciones o con rotura de tendones por la inflamación, y no puede caminar, se puede llegar hasta tres por día hasta que empiece a aflojar”, explica Marta.
¿Y qué dicen los especialistas? Yinde resalta que “la gente lo toma como una medicina alternativa, pero no está aprobada por la comunidad científica internacional ni en los algoritmos de tratamiento para las enfermedades reumáticas; es un tratamiento alternativo”.
Marta, por su parte, resalta que la experiencia de personas que optaron por tratarse con el medicamento, así como ella, es positiva. “La gente se sorprende, porque al terminar el blíster de 25 ya se siente mejor. Ya pueden mover las manos, caminar y se les desinflama la hinchazón. Se aplica en tendinitis, fibromialgia, problemas de artrosis, de columna, lumbalgia, nervio ciático”, añade.
Los beneficios de la apitoxina parecen exceder los mencionados. Artículos aparecidos en una revista médica de Estados Unidos mencionan que se produjeron avances en los resultados de las investigaciones que la Universidad de Washington hizo sobre su uso en afectados con VIH.
Para los pacientes que vieron cómo la apitoxina les mejoró su calidad de vida, se trata de un tratamiento milagroso, pero no es más que ciencia. Quizás la medicina tradicional todavía no tenga una palabra definitiva al respecto, pero el veneno de las abejas alivia dolores desde hace mucho. Debe ser bueno, entonces.