Una seccional en el Palacio de López

Brigitte Colmán – @lakolman

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En vivo y en directo mostró la tele ayer a los seccionaleros del Partido Colorado en pleno Palacio de Gobierno. Resulta que están “trabajando” horas extras, para cocinar la unidad y la paz partidarias, como parte de la Operación Cicatriz.

Sin pudor ni vergüenza alguna, los dirigentes del consejo de seccionales dieron entrevistas después de una reunión mantenida con el presidente de la República, a la salida del Palacio, y poco antes de ir a rendirle pleitesía a su único líder Horacio Cartes.

Se supone que la intención de la Operación es que los correligionarios entierren el hacha, para juntos arrasar en las elecciones municipales del próximo noviembre.

Lo que hicieron no es nuevo ni es original, Stroessner lo hizo por más de 30 años incluso, pero en estos tiempos donde somos más democráticos, se ve mal que un presidente, quien supuestamente es el presidente de todos los paraguayos (incluso de quienes no lo votaron), se reúna con sus correligionarios en horas de trabajo, o sea, en el tiempo laboral que el pueblo paraguayo le paga con sus impuestos.

El trabajo para el que fue elegido Mario Abdo Benítez es el de gobernar un país en el que viven liberales, gente del PMAS, del club Guaraní, de Guaireña y Olimpia. Él debe ocuparse de que todos y todas estemos bien, saludables, felices, con nuestros derechos satisfechos, esto es: Salud, educación, trabajo y seguridad.

Todo para todos, para los niños, los ancianos, los indígenas, los que tienen alguna discapacidad, los choferes de ómnibus, las mujeres, los gays, travestis y lesbianas; los vendedores de quiniela, de chipa, yuyeras y lomiteros. Se entiende, ¿verdad? El presidente debe gobernar para todos.

Por eso no soporto la idea tan aceptada de que está superbién llevar la seccional, los pañuelos colorados, la batucada, el vaka’i con galleta y las hurras a la sede del Gobierno.

Eso está mal.

Y no me importa si van a hablar de “reconciliación” de “paz partidaria” o del #penalparaLibertad. Mario Abdo puede reunirse con sus amiguetes colorados, pero no tiene por qué hacerlo en el Palacio, y menos aún en horario laboral.

Tienen la sede partidaria, tienen sus casas, sus palacios privados, sus mansiones, todas esas propiedades heredadas de la dictadura. Repito, no tienen por qué juntarse a hablar de política partidaria en el Palacio de Gobierno. Y si lo hacen es solo para demostrarle al pueblo paraguayo que ellos pueden y hacen lo que les da la gana.

Ya casi puedo imaginar la histeria colectiva si Fernando Lugo en sus tiempos de presidente organizaba una reunión de su Frente Guasu en el Palacio de López, y Esperanza Martínez y Sixto Pereira se ponían a cantar y bailar Bella Ciao, o algún otro hit izquierdoso, frente a las cámaras de la tevé.

Bueno, en realidad hubo algo, pero ni de lejos se acerca a la caradurez de los colo’o.

Sucedió en pleno mayo de 2009 cuando se hizo un Encuentro de Jóvenes en algún cuartel de las Fuerzas Armadas, y el presidente Lugo fue acusado por mal desempeño en sus funciones, porque en el evento los jóvenes colgaron imágenes del Che en un edificio de las Fuerzas Armadas, y la cosa casi termina en juicio político. En fin (...).

Mientras tanto, nosotros le hacemos el coro a un colorado que nos vende humo y nos inventa un nuevo enemigo. Pero ni Nenecho ni los desclasados del Twitter entienden que los cuidacoches son un reflejo del país desigual construido ladrillo sobre ladrillo precisamente por esos mismos colorados que coparon el Palacio de Gobierno. Seccionaleros con salarios millonarios en Itaipú, que llevan a sus hijos al cole y estacionan en triple fila; que se aprovechan de todo y nos dejan sin nada.

El cuidacoches es lo que queda cuando tenés malos gobiernos y ninguna política de Estado que asegure una vida digna a todos los ciudadanos.

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