Tras la crisis, Marito debe echar a los escombros de su Gobierno

La foto en que el presidente Mario Abdo Benítez aparece posando sonriente con legisladores procesados por la Justicia ha resultado tremendamente incoherente, cuando apenas minutos antes había repetido con insistencia la frase “caiga quien caiga”, prometiendo que ya no iba a tolerar la corrupción. Para recuperar la credibilidad ciudadana, debe proceder a echar a todos los hombres escombros que aún siguen ligados a su Gobierno y tomar postura ante las graves acusaciones que cada vez comprometen más al vicepresidente Hugo Velázquez en un presunto negociado contra los intereses del país. De lo contrario, el clásico refrán “dime con quién andas y te diré quién eres” podrá aplicarse a su persona, con previsibles consecuencias.

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Ha sido una gran incoherencia por parte del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, que tras haber prometido en su discurso del jueves: “Yo no voy a apañar a un solo paraguayo que deshonre el compromiso que hemos hecho con el pueblo”, a los pocos minutos aparezca posando sonriente en una serie de fotografías con legisladores procesados judicialmente por graves delitos de corrupción, como el diputado Ulises Quintana, imputado por tráfico de drogas y lavado de dinero y actualmente con libertad ambulatoria, y como el diputado Miguel Cuevas, imputado por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias y declaración falsa.

Aunque ambos hayan trabajado junto a otros legisladores del movimiento Colorado Añetete por evitar que el mandatario fuese sometido a juicio político, tras la crisis generada por las revelaciones de la firma de un acta secreta con el Brasil, con puntos que resultan claramente desfavorables para los intereses del Paraguay en la compra de energía de Itaipú, Marito no puede pretender recuperar confianza y credibilidad de la ciudadanía cuando exhibe gestos tan contradictorios, al asegurar en un discurso: “No voy a tolerar la corrupción, por más que me duela en el alma por la cercanía de compañeros y compañeras de lucha”, y luego aparecer celebrando que no le hayan enjuiciado abrazado a políticos que tienen graves cuentas con la Justicia y a quienes la ciudadanía considera símbolos de la corrupción.

Aunque el presidente considere que se ha salvado del juicio político y que la crisis que hizo tambalear a su Gobierno durante varios días haya concluido; sin embargo, persiste en la ciudadanía el sentir de que no basta con ordenar una cuantas renuncias de miembros del Gabinete, porque varios involucrados en el intento de traición a la patria, como en varios otros delitos, se mantienen tranquilamente en sus cargos, protegidos por la impunidad.

Son los que el recordado arzobispo de Asunción, monseñor Ismael Rolón, había denominado certeramente como “hombres escombros”, personas que, por su falta de preparación, por sus acciones desleales y en muchos casos claramente delictivas, no pueden ser consideradas como elementos válidos para construir una mejor sociedad

Para lograr remontar la grave pérdida de credibilidad y confianza en que ha caído, el presidente debe proceder a echar a todos los hombres escombros que aún siguen ligados a su Gobierno, y principalmente tomar postura ante las graves acusaciones que cada vez comprometen más al vicepresidente Hugo Velázquez en un presunto negociado contra los intereses del país, situación acerca de la que Abdo no se explayó en su esperado mensaje, pese a que se esperaba contundencia.

Los nuevos chats revelados ayer, en que se confirma que el abogado José Rodríguez operó en favor de una empresa brasileña en nombre de Velázquez, resultan aún más contundentes. Si el vicepresidente se considera patriota, tiene algo de ética y no quiere acabar hundiendo al actual jefe de Estado, debe hacerse a un lado.

De lo contrario, el clásico refrán “dime con quién andas y te diré quién eres” podrá aplicarse al presidente Mario Abdo Benítez, con previsibles consecuencias.

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