El epicentro está en la ciudad de Luque. Allí el Paraguay se va haciendo presente. Porque en Luque está naciendo un ejemplo pacífico que se quiere imitar.
Son dos palabras que se juntan, escrache y corrupto, desde hace dos semanas. Lo de corrupto lo conocemos de sobra. El escrache va tomando forma con el actuar del pueblo.
El esquema es sencillo.
Al atardecer se reúnen en la plaza de Luque con banderas, pasacalles, tambores y mucha alegría. Y comienzan los gritos y las canciones pidiendo que se vaya del Senado, que dimita o lo echen al gran corrupto que existe en la ciudad.
Al cabo de un buen rato todos, aun con más alegría, recorren tres cuadras, interrumpiendo el tráfico unos minutos cada vez, hasta la casa del destinatario. Delante de ellas todo se intensifica con huevos volando, pintatas en la pared o suelo, teatro y micrófono abierto.
El tema siempre es el mismo, pero con variantes. Este Gobierno ya ha cerrado el círculo de la legalidad. Pero todavía no es legítimo porque en el fondo de él hay un grandioso fraude. “Si quieren legitimidad, se la tienen que conquistar poniendo en práctica lo que el pueblo necesita y pide hace muchos años”.
“No queremos más personas que se quedan con los bienes públicos ni usureros a cuyas manos van a parar luego las casas ni el que domina a los jueces. En Luque le tenemos miedo y esto se tiene que acabar”.
“Ha llegado la hora de que dimita o lo echen al senador González Daher. No a los cinco años. No cuando se cumplan los cien días de gobierno. Sino ahora y ya. Mientras tanto, nosotros seguiremos escrachando. Y, cuando lo consigamos, vendrán otros corruptos escrachados”.
Echándolos, el Gobierno entero se está jugando en Luque y en el país su legitimidad. Sin ella será difícil que llegue al final de su periodo. Pa’i Oliva