La primera inseguridad que preocupa a muy poca gente es la jurídica. Luego viene, en términos de poca preocupación generada entre la gente del pueblo llano, la inseguridad financiera, esa que se ejecuta entre personas muy solventes. Y allí acaba el recuento. La inseguridad que mantiene medio aterrorizado a medio mundo es la violenta. Esa clase de inseguridad atenta contra las propiedades del ciudadano, incluyendo su anatomía, que es un bien invalorable para el portador.
Pero la prensa se detiene solo en los detalles negativos y sórdidos de la inseguridad. La prensa amarilla va más lejos: se regodea chapoteando en los charcos de sangre que dejan algunos actos exageradamente inseguros, mezclándolos sabiamente con inquietantes fotos de colas y pectorales femeninos, logrando así una amalgama de horror, erotismo y lucro. Esto calificaría para la categoría de inseguridad provechosa, pero sin que la prensa del color citado en segundo lugar mencione ni por equivocación esta cualidad.
Un buen asalto, con heridos de bala y algunas cabezas rotas a garrotazos, da vida a los noticiarios de TV, un rico material a los periódicos, repentina fama a los afectados directos y a los policías intervinientes –que ascenderán si no dejaron escapar a los malevos–; a los vecinos, que se mostrarán dispuestos a relatar con detalles minuciosos el inicio, desarrollo y final del asalto, y al vecindario en general, que aparecerá en masa, aportando datos o luciendo su solidaridad con el vecino asaltado, sin dejar de ponerse a tiro de cámara de TV. Esto es brindar fama de factura rápida y costo cero, exceptuando a los asaltados, desde luego.
Otro aspecto positivo de la inseguridad es la dinamización de los mercados vinculados al asunto. Desde los empresarios de sistemas de alarmas, pasando por las empresas de vigilancia con patrullaje motorizado y todo, hasta los criadores y vendedores de perros guardianes, sin olvidar a los herreros y técnicos varios que instalan portones automáticos y superpúas en rollos, más filosas que un bisturí, han incrementado sus actividades en forma exponencial.
Los stands de tiro, con instructores, han repuntado su actividad (y sus ganancias), al igual que las academias que enseñan todo tipo de artes marciales, desde el kung fu hasta el karate, pasando por el origami, el ikebana y el karaoke.
Y cierro estas líneas con unos consejos prácticos sobre cómo lidiar con la violencia.
1- No viaje en colectivo. 2- No viaje en auto. 3- No viaje. Quédese en su casa cuidándola y dando de comer a su perro guardián.