¿Por qué has dudado?

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Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 14, 22-36.

Se extractan frases del papa Francisco sobre la lectura de hoy que nos puedan ser útiles en estos momentos especiales: “El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”.

Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, [Jesús] permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre –es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo–. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras,” incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad. Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

“Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe”, dice el Santo Padre. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti”.

(Frases extractadas de https://www.archindy.org/criterion/local/2020/04-10/mercy-sp.html).

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