Más allá de las dificultades que se presentaron, debido sobre todo a la mala conectividad de internet así como por el excesivo número de participantes en las plataformas digitales, los aportes resultaron bastante pobres en intervenciones y debates.
Si acaso se esperaba que los convencionales colorados y liberales plantearan una discusión profunda sobre los principales problemas del país, o sobre las urgentes necesidades de la gente, sobre todo por las situaciones críticas creadas por la pandemia del Covid-19, de modo a responder a los intereses de sus bases y electores, ello no ha ocurrido.
Con distintos matices y lenguajes, ambas convocatorias se definieron principalmente por una sorda lucha interna de poder, de cara a los próximos comicios municipales, que serán en octubre de 2021, y las elecciones generales de 2023.
En el caso de la ANR, se constató el significativo mayor acaparamiento de las estructuras del partido por parte del movimiento Honor Colorado, liderado por el ex presidente Horacio Cartes, afianzando un proyecto que mantiene como furgón de cola al movimiento Colorado Añetete, del actual presidente Mario Abdo Benítez, con algunas pocas disidencias de otros sectores menos influyentes. En ese sentido, Cartes ha logrado extender el mandato del actual presidente del partido, el diputado Pedro Alliana, su directo referente en la organización política, hasta diciembre de 2022.
En cuanto al principal partido de oposición, el Partido Liberal Radical Auténtico, el sector oficialista liderado por el actual presidente, Efraín Alegre, impuso mayoritariamente su línea política, aprobando imponer sanciones a los sectores disidentes, especialmente a la facción liderada por el senador Blas Llano, amenazando con expulsar de sus filas a quienes no acaten lo decidido por la actual dirigencia, punto que fue considerado por Llano como “fascista, arbitrario, totalitario y dictatorial”.
Desde el sector oficialista se acusó nuevamente a los disidentes de ser funcionales a la línea cartista del Partido Colorado.
Las experiencias críticas de la pandemia del coronavirus y sus graves efectos en la economía y en la sociedad no parecen haber dejado huellas en los referentes de la clase política, que siguen enfrascados en sus rencillas caseras, en sus apetencias personales y en sus carreras por ubicarse en las listas para los próximos comicios municipales y generales.
Los partidos políticos necesitan honrar su compromiso con la democracia, priorizando el bien común, ayudando a realizar las reformas necesarias para que el Estado pueda liberarse de la corrupción, del atraso, de la inequidad y la pobreza, apuntando al desarrollo.