Oportunidades y riesgos económicos para 2024

El año 2024 nos depara buen desempeño económico, pero con una menor tasa de crecimiento que 2023. La proyección de crecimiento del PIB para el 2024 se sitúa en 3,8%, explicada por la expansión de los tres sectores económicos, primario, secundario y servicios. No obstante, el buen escenario enfrenta riesgos que impedirán que los beneficios del crecimiento beneficien a la mayoría. El aumento de los precios internacionales de alimentos y combustibles presionará a la inflación interna y la crisis climática tenderá a agudizar sus efectos negativos. No se esperan cambios sustanciales en el mercado ni en los ingresos laborales. En el 2024 se necesitarán buenas políticas públicas para evitar retrocesos en los avances logrados en las últimas décadas.

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En el sector primario se esperan buenas condiciones climáticas para la producción agrícola y para el sector ganadero, unas excelentes perspectivas gracias a la apertura del mercado estadounidense. En el sector secundario se prevé una recuperación de la construcción impulsada principalmente por el sector privado.

Las buenas perspectivas económicas, las tasas de interés más bajas y la estabilización de la inflación en torno a la meta son factores que podrían contribuir positivamente en el desempeño del sector. La dinámica positiva proyectada en las construcciones y en el sector primario se trasladaría también a la industria manufacturera. Un aumento de las lluvias por El Niño también beneficiará a la generación de energía eléctrica. La expansión del sector terciario se fundamenta en el buen desempeño del comercio, los servicios a los hogares, así como los servicios a las empresas, entre otros.

Por el lado del gasto, se estima un aumento de la demanda interna, explicado por un crecimiento del consumo privado y un repunte de la formación bruta de capital fijo, en tanto que las exportaciones e importaciones también registrarían incrementos.

Las proyecciones de la inflación para 2024 se mantienen, pero esto no limita el riesgo de pérdida de capacidad adquisitiva de la mayoría de los hogares paraguayos y un eventual aumento de la pobreza, ya que, por ejemplo, en 2023, la canasta de alimentos sufrió fuertes incrementos, afectando desproporcionadamente a los sectores de menores ingresos que en Paraguay son la mayoría de la población.

Los riesgos derivados del ámbito externo persisten. Una desaceleración global mayor a la esperada está en el escenario posible, así como un aumento del precio del petróleo frente a la persistencia de conflictos bélicos.

El alza en los precios de los alimentos a nivel internacional continuará presionando al índice de precios al consumidor, lo que hará más difícil la lucha contra la pobreza y la caída de la capacidad adquisitiva de los ingresos en los hogares.

En conjunto, gran parte del aumento de la inflación en Paraguay en los últimos años está explicada por el incremento de los precios de combustibles y alimentos, por lo que si nuestro país no logra mayores niveles de seguridad y soberanía alimentaria y una transición energética justa, será difícil mejorar la calidad de vida.

El factor climático continuará generando volatilidad económica, tanto por su impacto en la producción de alimentos a nivel interno como de bienes de exportación. Además de las cada vez más costosas consecuencias de las tormentas y las olas de calor para el sector público y los hogares.

Sin políticas públicas que garanticen la adaptación al cambio climático, muchos de los avances logrados en las últimas décadas podrían tender a revertirse. Se espera del nuevo gobierno que sepa enfrentar estos desafíos.

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