17 jul. 2025

Los colores de la vida

Sebastián Boesmi siempre está en busca de experiencias, y hasta expone su talento en la vía pública, gracias la iniciativa de una empresa privada. Vida le invita a conocer a un artista cuya obra siempre da que pensar.

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Revista Vida

A mí me gusta que la gente no se aburra, que encuentre siempre nuevas cosas, nuevas experiencias con los objetos con los que desea convivir, como es una obra de arte”. El artista Sebastián Boesmi refleja sus vivencias en sus trabajos, pero lo que cada espectador encuentra en sus creaciones es personal. Es uno de sus sellos.

El estilo de Boesmi tiene mucho que ver con la profusión y el color. Él se define como un “dibujante que pinta” y que muchas veces dibuja con pintura. “Uso materiales muy específicos y, por supuesto, el color. Yo mezclo mis colores, los hago con paleta, los voy cocinando; no saco el color del pomo y lo aplico directamente, salvo que sea blanco o negro”, explica.
A sus 34 años, este creador paraguayo dice que todavía encuentra la inspiración en las cosas que no son convencionales, una característica que impregna su propia carrera y la búsqueda de su identidad de artista.
“Hacía teatro, pero no quería ser actor, sino conocer mejor mis emociones, saber de mi herramienta principal para las artes visuales, que es el cuerpo; siempre quise ser pintor y pensaba que el teatro me iba a ayudar a conocerme más”, revela.
Boesmi se inició en el Instituto Municipal de Arte (IMA), y después, en 1999, empezó la carrera de Arquitectura, pero solo por dos años. Quería estudiar pintura, pero no en la Academia de Bellas Artes, aclara. Por eso, cuando conoció el Instituto Superior de Arte (ISA) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), abandonó Arquitectura.
¿La razón? “El ISA se enfoca más en arte contemporáneo que en arte académico, como lo hace Bellas Artes. Me concentré netamente en el arte y terminé la carrera en 2008, con una interrupción de un año en 2006, que aproveché para hacer escuela de arte durante un año en Manhattan (Nueva York, Estados Unidos)”.
En serie
Sebastián comenzó con la serie Grafittis imaginarios hace una docena de años, y desde entonces no ha parado de crear, con algunos momentos de inflexión en su carrera, momentos netamente coloristas, como su última serie Mountains movements, y la posterior Waterships, donde representa naves submarinas entre orgánicas y mecánicas.
“Después tengo la serie Loves and dislexia, que llevo preparando hace unos 10 años. Y tengo otra muy curiosa que se llama Viscicitudes, que hice en 2012 en Barcelona. Vivía en una calle que era la de los heavy metals, dos cuadras llenas de bares, y mi paisaje inmediato era ese: el cuero, las tachas, el color negro”, relata.
Mucho de ese momento de su vida también está reflejado en su obra. Nunca había pintado con colores oscuros, mustios, pero en esa serie sí, en la que se ve todo lo contrario a las experiencias de color. “Quizás porque era un momento de mi vida que había que reflejarlo así", justifica Sebastián.
El dibujo, la línea, la profusión de los elementos, el dibujar sin bocetar, cosas que son pensadas en ese momento. Son elementos relacionados con el dadaísmo, con la escritura automática de los surrealistas.
“El estilo se denomina more is more. Por lo menos yo le llamo así; se ve en muchas partes, pero yo lo estoy haciendo en Asunción hace más de 13 años. No es que me casé con ese estilo, pero es mi sello”, explica.
Herramientas
El artista cuenta que dibuja sobre la madera cruda, usando únicamente grafito, madera y algún que otro tono en acrílico. También hace luces de neón y dice que en la búsqueda empezó a investigar cosas que tengan que ver con la luz, y a estudiar fotografía.
Boesmi reconoce una influencia “muy grande” del artista estadounidense Keith Haring, pero además resalta su admiración por los británicos Francis Bacon y Tracey Emin, por Kazue Taguchi (“una amiga muy querida de Japón) y por el catalán Jaume Plensa (“un artista que me parece extraordinario”), entre otros.
“Admiro a muchos artistas, pero a la hora de crear, no pienso mucho en ellos, porque quiero que mi arte sea singular, no quiero que se parezca a lo de otros. Cuando se le pregunta a un artista, a un pintor, cuáles son sus influencias, en mi caso no sé si me llegaron a inspirar para desarrollar mi obra. Yo me inspiro en otras cosas”, confiesa.
Enseguida explica que encuentra su inspiración en lo no convencional, o en lo convencional de gente no convencional, y hasta en animales no convencionales. “Me inspiro en mi medioambiente, mis experiencias, mis viajes, cosas que voy conociendo, experiencias cotidianas que voy teniendo y mi entorno inmediato principalmente”.
En las obras de Boesmi se pueden reconocer elementos que identifican al autor, como el piano toro, los aviones, los pájaros y los monstruos, “porque en el fondo, lo que yo intento hacer es una puja constante contra la imagen, y entre la figura y el fondo”.
Si bien el piano toro es su logotipo Boesmi dice que le interesa que cuando la gente vea cuadros u obras de diferentes períodos, pueda reconocerlo en cada trabajo aunque sean distintos, de diferentes series.
Para todos
Las obras de Boesmi integran colecciones privadas de América del Sur, América del Norte y Europa. Pero ahora también pueden ser apreciada en la vía pública, ya que un cartel ubicado frente al Paseo Carmelitas es de su autoría. Fue encargado para la iniciativa Life in color, por la firma Brahma.
“Life in color es una experiencia en que la gente tiene un contacto directo con la pintura, se le derrama pintura y se utilizan colores flúo, muy vivos. La fiesta de Brahma es básicamente una experiencia y mi trabajo se basa en experiencias”, revela.
El cartel está expuesto a la naturaleza, pero intacto. Y no será el único trabajo de Sebastián para la firma, pues ya está creando un mural de 18 metros de ancho por tres de altura, que también estará exhibido en la vía pública.
Cualquiera sea el lugar en el que estén expuestos los trabajos de este artista, contemplarlos siempre generará alguna reflexión. Es su estilo y lo viene desarrollando desde hace más de 10 años.

Fotos: Fernando Franceschelli.

Minibío

Sebastián Boesmi nació el 22 de diciembre de 1980. Reside en Europa desde hace seis años, a veces en Barcelona, España; a veces en Berlín, Alemania. Acostumbra volver a Asunción una vez al año o cada dos.
Obtuvo la licenciatura en Artes Visuales en el Instituto Superior de Arte (ISA) de la UNA. Estudió, además, Arquitectura en Asunción, Diseño Digital en Buenos Aires y pintura con Robert Landsfield. También realizó cursos en el Centro de Estudios Brasileños de nuestro país y en The Art Students League de Nueva York.