La insoportable desigualdad del Paraguay

Con celo profesional, allende cualquier coyuntura, la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) viene midiendo hace ya casi dos décadas la situación de las familias de nuestro país. Incluso, su ingreso. Gracias a ello, un análisis de la desigualdad en el siglo XXI de nuestro país no solo es posible: se volvió obligatorio. Y el resultado resulta aterrador. La extrema desigualdad es el rasgo que mejor define nuestro infortunio como nación, como cultura y como sociedad. Vale la pena medirla, estudiarla, difundirla y reaccionar.

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Por José Carlos Rodríguez (Economía y Sociedad, CADEP)

SE HACE PRÓSPERO EL 1%. Lo que los números nos dicen fríamente y la geometría nos dibuja con elocuencia es que el 1% de nuestra nación progresa. En el siglo XXI pasó de un ingreso por persona por mes de unos 6 millones a unos 20 millones. ¡Bravo! Pero, el resto no le sigue, ni de lejos.

Los ricos-pero-no-tanto, les llamamos acomodados, son aquellos que tienen un ingreso que es superior al 90% de sus prójimos, pero, excluyen al 1% más rico. Este 9% ha aumentado sus ingresos, aunque en forma bastante modesta. Si le ponemos cifra podemos impresionarnos. Pasaron de un ingreso per cápita de un millón y cuatrocientos mil guaraníes a cuatro millones por mes. Un economista estaría feliz, ¡qué incremento! Pero, entre nosotros, ¿es tanto dinero cuatro millones por mes? Mil dólares per cápita. Esos ganan, en promedio, los ricos-pero-no-tanto. Yo lo considero poco: un empleado doméstico en un país próspero gana un poco más que eso.

Nuestra clase media, ese 40% de gente que gana más que el promedio y menos que el 10% más rico, en realidad, da pena. En el siglo XXI se inició con poco más de 400.000 guaraníes de ingreso mensual. Ahora llegó a un millón y cuatrocientos mil guaraníes por mes. ¡Ni salario mínimo! Progresó. Pero gana plata chica. Ese 40% camina a pie. El 9%, de arriba anda a caballo. Solo el 1% viaja en avión (ver ilustración). Y ¿qué decir de la mitad de abajo? Vivía con 122.000 guaraníes por mes al inicio del siglo XXI. Hoy gana casi 500.000 guaraníes por persona por mes. Ese 50% recibe el 17,3% de la torta, del ingreso. Ha mejorado, sí. Ha mejorado. Pero estamos hablando del tránsito de un extremo de pobreza a otra pobreza un poco menos extrema, pero, pobre.

LEVE MEJORÍA CRÓNICA, EMPEORANDO. Si dividimos la población en cinco partes (quintiles) o en diez partes (deciles), las tendencias son las mismas. Todos hemos mejorado nuestros ingresos. Pero los más ricos mejoraron mucho más; los más pobres, mucho menos. Y eso no es todo lo malo. Hay algo peor. Habíamos tenido una leve mejoría, en los últimos años (2000 al 2013), volvimos a empeorar (2014).

Volvimos al sendero que nos lleva de mal a peor. El 50% más pobre que cobraba el 18,9% de la torta, hoy cobra 17,3, un 8,2% menos. La clase media que cobraba el 45,2% de todos los ingresos, hoy cobra el 41,4%, o sea: 8,3% menos. Ese 9% acomodado (entre el 90 y el 99% más rico) que recibía el 28,3% de la torta, ahora toca el 26,9% de la torta, 4,7% menos. En cambio el 1%, que en el 2013 tuvo un 7,7% de todos los ingresos hoy recibe el 14% de la torta, ese cobra el 86,6% más que antes.

Si el análisis de un percentil aislado no es sólido, la tendencia general es consistente. Para el 2014, entre los quintiles, solo los más ricos aumentan su participación en los ingresos, en un 6%; el resto disminuye su participación en la torta (Tabla II). En los deciles también aumentan su participación los más ricos, en un 15%, el resto pierde ingreso en términos relativos (Tabla III). Y, entre los percentiles, es lo mismo, pero más exagerado, el percentil más alto aumenta su ingreso en 86,65% (Tabla I).

El Gini, breve medida de desigualdad, ha disparado. Del 0,48 en 2013 a 0,51 en el 2014. Al Gini rural, o sea, a la desigualdad rural le fue francamente peor: de 0.49 a 0.57 (DGEEC).

Nuestra desigualdad, enfermedad crónica, está empeorando. Intolerablemente injusta, de continuar así, no nos depara ningún futuro. En esta orientación, como pueblo, no tenemos futuro. Salvo, el infortunio.

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