07 may. 2025

El reto de promover el libro y la lectura en el Paraguay

Mejor tarde que nunca. Después de 27 años de espera contamos por fin con una actualizada normativa, la Ley de Fomento de la Lectura y el Libro, promulgada por el presidente, quien instauró asimismo el 28 de agosto como el Día Nacional de la Lectura. Esta representa una trascendental oportunidad para cambiar nuestra triste reputación de ser un país sin lectores. Todos los paraguayos tienen derecho a poder acceder a productos culturales y, entre ellos, el libro, la palabra impresa es uno de los más extraordinarios.

Los libros son una puerta a través de la cual las personas pueden acceder al conocimiento, los libros tienen un gran poder, ya que con la escritura y la lectura las sociedades pueden aspirar a lograr mejores niveles de desarrollo, combatiendo el analfabetismo y la pobreza. Los libros no solamente proporcionan información y educan, sino también crean el hábito de la reflexión y el análisis, pero también recrean y entretienen.

Paraguay es señalado con bastante frecuencia por ser un país que tiene un insuficiente hábito de lectura, es frecuente escuchar aquello de que ‘los paraguayos no leen’. La afirmación, lamentablemente, es coherente con un dato que proporcionaba Unicef: Que en ocho de cada diez hogares paraguayos no hay libros y es, sin lugar a dudas, la principal razón que impide que se pueda generar lectores desde la edad más temprana. Sin embargo, se debe admitir que nuestra situación en el Paraguay se debe más que nada al gran déficit de inversión en educación y cultura; con apenas un 3,7% del PIB destinado a la educación, el Paraguay es uno de los países que menos invierten y esto es evidente la causa de nuestro atraso con respecto a otros países de la región. A esto deberíamos agregar, pues forma parte del mismo problema, los resultados de estudios como el del Foro Económico Mundial, las evaluaciones del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos para el Desarrollo (Pisa-D) y Pisa 2015, en los que Paraguay ocupa el antepenúltimo lugar y señala que 7 de cada 10 estudiantes paraguayos no comprenden lo que leen.

Esta realidad, sin duda, resulta inquietante puede ser modificada. Para comenzar, es muy positiva la iniciativa del titular del poder Ejecutivo, quien estableció que cada 28 de agosto sea el Día Nacional de la Lectura. Será muy favorable también el proyecto que desarrollará el Ministerio de Educación para llevar la biblioteca a las aulas, promover la creación de bibliotecas públicas, como parte de una importante campaña para promover la lectura. La ley de fomento de la lectura y del libro tuvo que esperar nada más ni menos que 27 años para que nuestro Congreso Nacional recordara su trascendencia. La iniciativa, nacida en el año 1996, va a hacer posible, entre otras cuestiones, la creación de bibliotecas públicas y comunitarias a nivel nacional, que es precisamente una de las grandes deudas que tenemos en el país. En el Paraguay casi no hay bibliotecas públicas. Esto nos lleva asimismo a tener que admitir otra situación y es el hecho de que, dadas las condiciones de nuestra economía, el libro no es un artículo de primera necesidad. Considerando los niveles de pobreza y desigualdad para las familias un libro es un artículo casi de lujo el cual no puede permitirse, pues antes se deben satisfacer las necesidades de la subsistencia diaria. En nuestro mundo desigual, el niño pobre acude a una escuela pública con apenas infraestructura y a veces debiendo dar clase bajo la sombra de algún árbol, en esta realidad, contar con una biblioteca es un sueño casi irrealizable. Esto debe cambiar. Sabemos que los libros y la lectura son elementos fundamentales de la educación y la educación es uno de los soportes del desarrollo. La palabra impresa, en libros o en periódicos tienen un tremendo impacto en la calidad de vida de las personas. Aquellos países con mayores recursos y mejor organizados se caracterizan también por tener una ciudadanía formada e instruida y esto solamente podríamos lograrlo con mayor inversión en educación. Una ciudadanía educada y culta harán posible que tengamos instituciones del Estado más organizadas y con mejor capacidad de gestión. Con el fomento del libro, y de la lectura estaremos apostando a ser un país de lectores, con personas que puedan construir un país menos desigual.