El negocio

Cada vez que escuches que te piden tu voto porque prometen que van a gobernar para la gente, tenés que saber que mienten. Ni vos, ni yo ni los siete millones de paraguayos les importamos: solamente piensan en su negocio, pues a eso quedó reducida la política.

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Se trata de ganar elecciones como sea para poder ubicarse donde se deciden licitaciones, contrataciones, obras, compras públicas para el país, para el municipio, para la gobernación. El fulano gobernador imputado por lesión de confianza, apropiación, etc.; y el diputado que con fondos públicos les pagó a los que trabajaban en su quinta; y aquel otro que pagaba a la niñera con plata del Estado, nos mostraron cómo funciona parte del negocio.

La cuestión es que, en aras de mantener el negocio, nos mantienen desinformados y apáticos, destruyeron la educación y se inventaron el cuco de la ideología de género para asegurarse de que la mayoría, especialmente los más pobres, sigan votando a la lista uno.

Somos tan pobres que ya ni podemos imaginar que nuestra vida puede ser un poco mejor.

Nos hacen el pito catalán al no bajar el precio del combustible, sobran plagueos en las redes sociales, pero si los camioneros, que son los únicos que protestan, amenazan con cerrar calles, se los critica y la gente sigue pagando un combustible carísimo para que el negocio no decaiga.

Mediante el gran negocio de la política llegan a ocupar cargos desde donde pueden ayudar mucho a la economía, de unos pocos.

El transporte público es uno de esos casos. Absolutamente dependiente del combustible, en un país con tanta energía limpia de las hidroeléctricas, nos condenan a un servicio deficiente que significa especialmente para los trabajadores una tortura cotidiana.

No tenemos tranvías, ni trenes, y todas las inversiones son para agrandar las rutas y avenidas que son para autos y camiones, pero nunca invierten en el transporte colectivo. Más autos en nuestras calles implica caos en el tránsito y más contaminación con el humo negro.

Otro ejemplo. Asunción, su área metropolitana y Central se llenaron de estaciones de servicio. Las construyen cerca de escuelas, hospitales, mercados y en calles estrechas exponiendo a los vecinos de la zona. En todo el país, hay 2.600 gasolineras —35 por cada 100.000 habitantes— y solo en Asunción 147.

Comentaba en ÚH el concejal de capital Pablo Callizo, que el último proyecto presentado para aumentar los requisitos de las instalaciones no tuvo el respaldo de los ediles aliados del intendente colorado cartista Óscar Nenecho Rodríguez. Y explicaba que el aumento de servicentros fue más intenso cuando consiguieron la medida cautelar que dejaba sin efecto el artículo de la Ordenanza N° 7/11, que establecía límites de distancia de 1.000 metros entre un servicentro nuevo de otro existente. La acción fue promovida por la Cámara de Distribuidoras Paraguayas de Combustibles (Cadipac), entre cuyos emblemas se encuentra Enex, propiedad del ex presidente colorado Horacio Cartes. Se entiende, ¿verdad? Para eso sirve la política, para asegurar el negocio de los amigos.

La cuestión aquí es que mientras ellos hacen sus negocios y se llenan de dinero, están fundiendo el país.

Un estudio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción de 2018 concluía que de 90 pozos estudiados en el área del Acuífero Patiño, en el 44% de ellos se halló la presencia del líquido inflamable MTBE (éter metil-terbutílico, es un líquido incoloro y con un olor desagradable), utilizado para combustibles y que puede afectar a la salud. De acuerdo con el estudio, las mayores concentraciones del MTBE figuraban en Asunción y área metropolitana; y el nivel de más alto riesgo se presentaba (en el 2018) en zonas de la capital y Luque, donde había más estaciones de servicio.

No trabajan para que la gente tenga buenos servicios, plazas y espacios verdes, salud y bienestar. Solo les importa seguir con el negocio.

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