El kelembusismo siempre presente

Susana Oviedo – soviedo@uhora.com.py

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Según me explicaron, kelembu significa de poco valor, rasca, inservible, inútil. De todas estas acepciones, no sé cuál habrá inspirado a quien se le ocurrió adjudicar esta calificación a Celso Miranda, que en estos momentos, por decisión de 7 concejales funcionales al clan Zacarías, es el intendente de Ciudad del Este.

Un cargo al que intentó llegar candidatándose en dos ocasiones, sin mayores chances. Ahora lo es, tras negociar con sus propios enemigos, los Zacarías, con quienes se utilizaron mutuamente.

Él, para concretar su anhelado sueño de convertirse en intendente de la capital del Alto Paraná, y ellos para salvaguardar a Sandra McLeod, la jefa comunal cuya administración fue intervenida, y respecto a quien se tornaba inminente su destitución. La misma renunció, anticipándose al final, y con esta jugada aseguró quedar habilitada para competir por el cargo en próximas elecciones.

Pero volvamos al revuelo que causa el que un personaje como Kelembu, que de inútil aparentemente no tiene nada, se haya convertido en la piedra del escándalo, en figura de los memes del momento y en enemigo de sus ex amigos. Celso Miranda en realidad se valió del Partido Colorado y luego del Movimiento Cruzada Nacional, liderado por el senador Paraguayo Cubas, para ganar popularidad, convertirse en concejal municipal y desfilar por los pasillos del Congreso Nacional como secretario de su ahora ex líder, Payo Cubas.

El ambicioso alevín de político aprendió demasiado rápido de los personajes a cuyo entorno ingresó. Se dio cuenta que si un Carlos Portillo y una larga lista de otros que están en el poder, y que son tan kelembuses como él, en el sentido de que no tienen formación, moral ni nada que los respalde, ¿por qué no él?

Cuando se volcó a la política, a mucha gente le pareció gracioso. Algunos pensaron que se trataba de un payaso, por la forma estrafalaria en que vestía: ropa colorida “adornada” de remiendos y, además, la cabellera despeinada.

¡Que hace alguien así pretendiendo convertirse en político!, en un ambiente en que lo común es ver a señores encorbatados y de estricto traje y señoras elegantes y superproducidas, salvo algunas, como en el Congreso Nacional. Aunque también en otros cargos, y que han sido tan kelembuses, en el sentido de inservibles, por el nulo aporte a favor del país.

O personajes que han hecho lo de este Kelembu: negociar sin empachos, conducirse sin principios, sin lealtad a nada, y sin vergüenza alguna. Recuerden aquel video del hoy presidente del Congreso ofreciendo dinero a cambio de votos (el famoso trato apu’a), o a Óscar González Daher traficando con sentencias desde el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Recuerden el festival de viáticos y viajes de placer, disfrazados de misiones parlamentarias en el exterior, y los numerosísimos privilegios de los legisladores. O cómo un sector de los liberales y el Frente Guasu se aliaron con Horacio Cartes apoyando la enmienda para la reelección.

Mucho de lo que Kelembu del Este replica ahora son prácticas de una política kelembu que ha servido solo para generar nuevos ricos.

Lo que Miranda no aprendió aún es a utilizar eufemismos y a no incurrir en sincericidio a la hora de justificar sus actos ante la prensa, como lo hacen con picardía y perversión los políticos más amañados, desvirtuando la Constitución y las leyes para adaptarlas a su conveniencia o a la del grupo político al que adhieren ocasionalmente.

Al Kelembu del Este le da igual que lo vean como un traidor, embustero, trashumante, inmoral, mal vestido, despeinado y que le crean de poca monta. Lo suyo es alcanzar el fin sin importar los medios, emulando el kelembusismo característico de una gran mayoría de sus hoy colegas políticos.

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