Dios, patria, familia y votos

Pese a la lluvia, una cantidad impresionante de gente marchó en defensa de la familia y en contra de la imposición de ideas foráneas, la ideología de género, la Agenda 2030 y la pérdida de la patria potestad.

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El éxito de la marcha no sorprende en un país tan conservador y tan impregnado de religión.

Paraguay es una de las naciones latinoamericanas con mayor población católica y menor cantidad de personas identificadas como “sin religión”.

Todas esas amenazas que se ciernen sobre las familias, de acuerdo a los manifestantes, están embutidas en un Plan Nacional de Transformación Educativa, discutido ampliamente en distintas instancias desde hace cinco años.

Este plan tiene nueve ejes estratégicos, muchos de ellos de crucial importancia para intentar corregir el fracaso lacerante de la actual educación paraguaya.

Lo que no contiene el citado plan es justamente todo lo que sostuvieron los inflamados oradores de la marcha.

Pese a que casi ninguno de los manifestantes estaba enterado de su contenido lo cierto es que allí había miles de personas. Entonces, veamos cómo se creó ese clima

El plan tiene muchas críticas, pero es un esfuerzo colectivo que pasó por varias etapas y debe seguir avanzando. Fue cuestionado de modo casi obseso por el padre Montero Tirado, uno de los mentores de la reforma de los años noventa, aunque hay reconocidos profesionales de la educación que disienten con él.

De repente, la satanización salió del ámbito académico y abarcó a organizaciones de padres a través de su vocero, el pastor Miguel Ortigoza, representante en Paraguay de la Iglesia evangélica norteamericana Capitol Ministries, dedicada a trasladar la agenda religiosa a la política. Más tarde se sumaron diferentes grupos católicos –aunque esta vez la Conferencia Episcopal Paraguaya prefirió guardar cierta distancia– con lo que los condimentos de la marcha estaban completos.

Todo se fue construyendo con argumentos simples, falsedades, amenazas inexistentes y manipulación de la información. En temas religiosos el odio es bastante fácil de despertar y el sentimiento de protección a los niños y a la familia también. Agréguele usted las palabras mágicas “ideología” y “género” y contará con suficientes fanáticos dispuestos a frenar cualquier proyecto de este tipo.

Estos ataques tan virulentos explican que se lo vea tan solo al ministro Zárate ante la turba que pide su cabeza. Muchos técnicos, políticos, periodistas y empresarios vinculados a la educación, que miran espantados el avance de estos grupos que atentan contra derechos fundamentales, no se atreven a enfrentarlos. Prefieren apartarse para no exponerse al rencor, la pérdida de votos o la maledicencia.

Hay dos cosas que me molestan de todo esto.

La primera es que si logran tumbar la Transformación Educativa será un retroceso que seguirá condenando el futuro de varias generaciones y el presente de todo el país. Una vez más, no conseguimos dar pasos en dirección a un Estado que garantice derechos sin exclusión. Ese es el tema de fondo. El de forma es que nos tratan de estúpidos.

“Dios, patria y familia” nos dicen, y nuestra gente simple se fanatiza. Frase vieja, proveniente del fascismo italiano. Aquí la usan los que buscan votos sin tener demasiado que ver con esa trilogía. Lema útil para contrarrestar lo de “significativamente” corrupto”.

Fue una buena idea del equipo de Cartes, supongo. Con la que ni siquiera Wiens, pastor evangélico, podría estar en desacuerdo. Por eso, la consigna se incorporó oficialmente al discurso de HC. Por eso, hubo asueto rentado en Tabesa.

Excelente estrategia para Cartes. Para la Educación, un desastre. Y no creo que a ese Dios al que mencionan le guste mucho que lo usen en esto.

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