Los fieles católicos paraguayos honraron con novenario y misas la festividad de esta advocación de María Madre de Dios, cuyo día solemne se celebra cada 27 de junio.
El Santuario Nacional de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ubicado en barrio Obrero, fue el epicentro de las celebraciones que para los devotos es como un “retiro comunitario”, en palabras de Enrique López, cura párroco.
Todos los días realizan varias liturgias en el templo: a las 06:00 y 07:00 que “son misas breves de 20 a 30 minutos para la gente que va a trabajar”, dice. Luego se tiene una misa a las 10:00; otra a las 16:00, 17:30 y a las 19:00.
El sacerdote explica que esta imagen agrupa tres íconos tradicionales: María Madre de Dios, Virgen de la Pasión y Ternura y María que muestra el camino. “Siempre decimos que en Cristo hay abundante redención y en María abundante Perpetuo Socorro”, tira.
Es que este ícono que “invita a la oración y a la meditación” transmite, a su vez un mensaje de esperanza y redención. “La gente acude a esta Virgen para pedir conversión para sí mismo o para otras personas; también piden por la sanación de enfermos. Antes de internaciones quirúrgicas, mucha gente cuenta relatos realmente emotivos y extraordinarios de fortaleza y gracia de la Virgen”, relata.
A su vez, no son pocas las personas que van a pedir trabajo. “También en caso de conflictos judiciales, entre tanta corrupción e injusticias y muchos cuentan que recibieron esas bendiciones”, señala. Incluso, según comenta, cuando hay peleas entre hermanos por herencia, muchos cuentan que se encomendaron a la Virgen y “las cosas se aclararon”, manifiesta sobre los testimonios que salen de la boca de los propios fieles.
HISTORIA. Esta imagen de la Virgen –de estilo bizantino– fue pintada por el evangelista San Lucas. Fue venerada por siglos en Constantinopla y a fines del siglo XV, un mercader la trasladó a Roma, Italia, en 1498. El 27 de marzo de ese año fue colocada en la iglesia de San Mateo. Permaneció allí 300 años, hasta 1798. “Muchas historias de devoción, de milagros, de bendiciones y de gracias”, dice el pa’i Enrique.
Ese templo fue destruido en ocasión de las invasiones napoleónicas y el cuadro quedó abandonado. Hasta que en 1866 se recuperó y restauró la imagen que mide 54 cm de alto y 41 cm de ancho. El ícono original fue instalado en la iglesia San Alfonso en Roma, cerca de la Basílica Santa María La Mayor.
Mucha gente cuenta relatos realmente emotivos y extraordinarios de fortaleza y gracia de la Virgen.
Enrique López,
cura párroco.