30 abr. 2024

De planilleros y guardias policiales y la tentación de la caza de brujas

La semana ha sido ganada por el debate sobre los planilleros y los policías guardaespaldas. Ambos temas de fuerte impacto en la opinión pública, con similar grado de indignación.

Estela Ruiz Diaz

El tema saltó tras la desvinculación de la Municipalidad de Asunción de 577 funcionarios, de los cuales solamente 78 son planilleros. El resto era personal contratado, por tanto al no renovárseles el contrato quedaron automáticamente fuera.

Luego el presidente Horacio Cartes solicitó a los ministros y directores de entes que presenten la lista de funcionarios, qué hacen y cuánto cobran. En informes preliminares ya surgieron nombres para el escándalo. Y eso que falta mucho por saber.

En pleno debate encendido, aparece el tema de las guardias policiales al Congreso Nacional y otros poderes del Estado, luego de una visita del ministro del Interior, Francisco de Vargas, y el comandante de Policía, Críspulo Sotelo, al Parlamento. El motivo de la visita era buscar la manera de racionalizar los recursos policiales ante la inseguridad.

Pero no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que parece irracional lo es. Veamos.

PLANILLEROS. La búsqueda, identificación y comprobación del planillero es una tarea compleja y delicada. No es asunto que debe enmarcarse dentro del populismo, lanzando cifras y nombres sin el cruzamiento necesario. Muchas personas pueden ser perjudicadas por la falta de rigor, irresponsabilidad o deliberada caza de brujas.

El presidente Cartes dio una orden que sabe perjudicará a la clase política, y especialmente a la ANR, partido que cristalizó en el ejercicio de poder esta práctica, clonada luego por el PLRA y la izquierda en su corto paso por el poder.

Este es un vicio de todos los partidos, con escasísimas excepciones. Su decisión es un riesgo político y será aplaudida en la medida en que golpee con la misma vara a todos. Pero si su foco apunta solamente a sus adversarios políticos (dentro y fuera de la ANR), será una simple caza de brujas.

Apunta sin nombrarlo a Efraín Alegre, su adversario en las presidenciales pasadas, cuando señala que un solo político ingresó 1.400 funcionarios, haciendo referencia a la gestión de Germán Fatecha en la ANDE, en la era Lugo. El ingeniero es hombre clave del dirigente liberal, ahora en carrera por el Directorio del PLRA.

Que Cartes apunte a Alegre, pero también a todos los padrinos políticos de los planilleros, contratados y comisionados que desangran el Estado. Y cuando ordene las destituciones, no solamente se apunte a liberales e izquierdistas.

GUARDIAS. El ministro De Vargas sumó al debate el tema de los policías guardaespaldas de los congresistas, y especialmente la cantidad destinada a cada uno de ellos.

El tema surgió ante la necesidad de aumentar la dotación en las calles y la racionalización de los policías destinados a guardias personales. Quizá también irritado por las críticas de los políticos, el ministro dio las cifras: “ Los que nos critican son los que tienen guardia policial”.

Así se supo que 2.866 uniformados hacen custodia personal de senadores, diputados, ministros de Corte, fiscales y personas y empresas particulares.

Llamaron la atención algunas diferencias. En el Senado Robert Acevedo (13), Óscar González Daher (12) Juan C. Galaverna (10) y Osorio (8) son los que más tienen. Algunos de sus colegas solo tienen 1 y otros ni eso. En Diputados hay 193, casi 3 para cada uno de los 80 miembros.

En la Corte Suprema sorprendió la cifra de Raúl Torres Kirmser; 17, mientras que los demás miembros tienen entre 9 y 10.

El fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, tiene 36, según la lista remitida por la Policía.

Al igual que los planilleros, este tema también es delicado y no se puede analizar y juzgar desde la simple cifra.

Hay cargos más delicados que otros que requieren seguridad no solamente personal sino de su familia. Uno de ellos es el fiscal general del Estado y otros fiscales como Sandra Quiñónez por su trabajo en el tema EPP. Ellos reciben amenazas reales todos los días y requieren protección más allá de cuántos uniformados implica eso. Lo mismo se aplica a legisladores y otros cargos del Estado. Sin embargo, en esta lista hay avivados que se aprovechan de su cargo para gozar del privilegio sin necesitarlo.

Por ello es importante tener un protocolo que determine quiénes merecen guardia policial. No es justo que por el solo hecho de ejercer el poder se acceda a este privilegio de contar con guardaespaldas profesional en forma gratuita y pagada por el pueblo.

Tanto el tema planilleros como las guardias policiales no deben quedar en la hojarasca del datismo y la caza de brujas, poniendo a todos en la misma bolsa. Si la intención es real, hay que ir hasta el fondo, cortando privilegios. Y si la tijera corta no solo los abusos de los adversarios, sino también de los correligionarios y amigos, entonces podremos decir que el objetivo es la reforma. Y esto está por verse.

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