Cada vez hay más asuncenos que comprendemos mejor al campesinado confinado en la plaza. Pero todavía hay una gran masa que no los entiende y les urge para que se vayan.
Personalmente, como ciudadano y como cristiano, estoy a favor de este campesinado.
Primero, han venido para conseguir una condonación y subsidio por sus deudas porque con ellas peligran sus tierras que serían compradas a los usureros por los sojeros. Puede haber habido fallos en ellos, pero también lo es que Cartes ha hablado mucho de la agricultura familiar, pero ha carecido de crear políticas públicas para ella.
Segundo, esta ayuda hay que darla, pero no es lo definitivo para que no se repita otra vez el endeudamiento.
El Gobierno tiene que estudiar lo que cada región produce mejor, comprometerse a un precio fijo que va a pagar (cosa que nunca hizo), ayudar con técnicos y maquinaria, con caminos de todo tiempo, con las mejores semillas (las ha repartido en mal estado) con transportes al alcance de los productores hasta mercados seguros, prohibiendo la entrada en el Paraguay de los mismos productos desde la Argentina en una desleal competencia (esto está impulsado por los amos del país), suprimiendo a los intermediarios que son los que hacen el verdadero negocio.
Todo esto es lo que llamamos una reforma agraria integral, realidad que no existe en el diccionario de Cartes.
Y todo esto es lo que hacen los Estados Unidos y los más ricos países europeos con sus campesinos financiando su producción agrícola.
Añado la presencia de un seguro agrícola para los problemas que surgieran del cambio climático.
Es necesario que Cartes y el que le sustituya conozcan lo que es la equidad.