Felipe, de 53 años, se ha convertido en el séptimo rey del país de 183 años que está dividido entre el norte independentista de Flandes, de habla holandesa, y una población del sur, en Valonia, de lengua francesa y más pro-monárquica y pro-belga.
Felipe hizo su juramento en las tres lenguas oficiales de Bélgica –holandés, francés y alemán– en el parlamento después de que su padre Alberto firmara el acta de abdicación, convirtiéndose en el segundo rey belga que lo hace, dos semanas y medio después de anunciar su retirada tras 20 años en el trono.
Antes de firmar el acta, Alberto dio las gracias a su llorosa esposa, y dijo que su hijo reunía todas las cualidades necesarias para servir bien al país. “Mi última recomendación para todos los aquí reunidos es que trabajéis sin descanso para mantener unida a Bélgica”, dijo en una ceremonia en el palacio real en Bruselas. Fuera del palacio, una festiva multitud se congregó para dar la bienvenida a los nuevos reyes, que saludaron desde el balcón. Reuters