Por Gloria B. Rolón L.
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Hizo bien el ministro del Interior, Rogelio Benítez –sí señor, sí señora, el mismísimo, el de la sonrisita medio eterna; y lo de “medio eterna” va porque en los días previos a la liberación de las víctimas del primer secuestro cuádruple registrado en Paraguay, aquélla se le había diluido un tanto del rostro. ¿Verdad que sí? ¿Usted también se dio cuenta?
Bueno, decía que hizo bien el ministro en atribuir a una bendición de Dios el desenlace satisfactorio del plagio cuádruple. Es que él lo sabe mejor que nadie. Si Hirokazu Ota, Sawako Takayama, Rafael Ramos y Nancy Giménez están sanos y salvos hoy, no es precisamente por la eficacia de su ministerio, ni mucho menos se debe a la sagacidad investigativa de la fiscalía, ni a la pulcra actuación policial.
El ministro Rogelio también estuvo atinado al felicitar a las víctimas por la gran fortaleza que ellas demostraron en todo este tiempo (permanecieron en cautiverio 19 días). Indudablemente es la persona más indicada para reconocerlo. Él lo sabe. Sin la intervención divina, el vigor –fundamentalmente espiritual– de las víctimas y el oportuno pago del rescate, la historia, hoy, sería distinta.
Aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando” bien podríamos traducirlo en “a Dios rogando y con la inoperancia azotando” a toda la sociedad paraguaya.
Usted señor, usted señora coincidirán conmigo en que si de la estrategia de rescate planificado por el ministro Rogelio Benítez y su equipo, ni bien se conoció el caso del secuestro en cuestión, o de la destreza investigativa del fiscal a cargo –a la sazón, su tocayo–, o del despliegue y la agudeza policiales dependieran, las cosas no habrían resultado tan alegres para el ministro sonrisitas.
No hay vueltas que dar, el jefe del Ministerio del Interior que padecemos parece no tener otra alternativa, pero, tal como siguen las cosas, tendrá que continuar apelando al Todopoderoso y a la fortaleza de las víctimas cada vez que –Dios no lo quiera– un delito como el mencionado ocurra, por lo menos si él y todo su equipo no modifican urgentemente sus estrategias de seguridad ciudadana.
Es que hasta ahora poco o ningún resultado positivo han arrojado sus planes anticrímenes y delitos. También, hasta ahora, los éxitos han sido solo para el bando contrario, es decir el de los secuestradores, asaltantes y todo tipo de delincuentes que operan plácida y libremente a lo largo y ancho de nuestro querido Paraguay.
Después de todo, parece que aquello de que la ignorancia es la madre de todos los crímenes, en el Ministerio del Interior y en la Justicia de nuestro país encuentra cotidianamente su confirmación.