13 may. 2024

Y sin embargo se habló...

La quinta intempestiva

La amabilísima señora que atendía y era dueña del hotel donde nos hospedamos en Brujas (Bélgica) hablaba muy bien el español. Cuando nos despedíamos, le pregunté por los idiomas que se hablaban en la zona de los Países Bajos y me llamó la atención cuando me dijo que el flamenco lo hablaba con la limpiadora del hotel. Al parecer, este idioma es uno de los tantos en el mundo, junto al guaraní, que son hablados según la condición social del hablante.

Empiezo con esta anécdota porque esta semana que culminó la Secretaría de Políticas Lingüísticas (SPL) organizó por primera vez Una semana en lengua guaraní, que tuvo por objetivo animar a la población a usar el guaraní en ámbitos donde suele estar completamente censurado o autocensurado. Es que al guaraní le pasa algo muy particular: es el idioma más hablado por los paraguayos, pero su estatus social es parecido al de la mayoría de sus hablantes, es decir, es secundario; y, sin embargo, es un idioma oficial según nuestras leyes, es decir, dentro de las normas debe ocupar el mismo lugar que el castellano.

Para que esta situación ideal expuesta en la Constitución se vuelva realidad, se deben crear políticas de largo aliento que deben combatir la acendrada exclusión que vivió el guaraní por muchos siglos, y la implementación de la Ley de Lenguas es clave en este sentido. El ataque de muchos intelectuales paraguayos al idioma era la expresión del pensamiento de la civilización contra la barbarie. La resistencia del idioma a estos embates puede ser explicada a través de la pervivencia de una población sin otra salida: el guaraní no solo era su idioma, era su lenguaje; es decir, el sistema epistémico con el que configura su mundo, siente la realidad, expresa sus emociones y deseos.

Un conocimiento acabado de la situación del guaraní como lengua, por qué fue atacado y cuáles son las consecuencias de tal acoso, debe ser parte de una amplia investigación multidisciplinaria donde historiadores, sociólogos, lingüistas, pedagogos y antropólogos deben formar parte. El resultado puede ser un amplio documento del cual se puedan extraer políticas eficaces para subsanar las injusticias contra el guaraní.

No sabemos si en los ámbitos que la SPL propuso que se promocione el guaraní la semana pasada se logró al menos que alguna oración en dicho idioma se haya pronunciado. Pero es un esfuerzo de concienciación que debe ser aplaudido y continuado. Nos queda el consuelo de que en esos días, igual que en este momento en que usted lee este artículo en castellano, miles de paraguayos estuvieron y están hablando, pensando, llorando y riendo en guaraní.