Fue lo que un equipo periodístico de ÚH observó en un recorrido por la ruta I, en el trayecto entre Coronel Bogado y la entrada a Encarnación.
El peligro de los sojales en zonas cercanas a las rutas tiene que ver con el hecho de que las pulverizaciones pueden disminuir la visibilidad de los conductores y, con ello, propiciar accidentes.
Las poblaciones, por su parte, pueden ser afectadas en su salud con los químicos que se rocían, de forma terrestre o aérea, durante ciertos momentos del desarrollo de la zafra.
Consultamos al respecto a Mariano Franco, director de oficinas regionales del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave). El funcionario señaló que se puso en contacto con la oficina de la zona para que realicen verificaciones en el tramo mencionado.
Hizo la salvedad de que la normativa que rige el Senave habla de la prohibición de la cercanía de cultivos a caminos vecinales, no a rutas, por lo que el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) debería intervenir.
Con respecto a las denuncias a nivel país, Franco dijo que en los departamentos de Canindeyú y San Pedro se registran más reportes.
La Ley 3742/09 indica que las plantaciones deberán contar con una franja de protección (espacio abierto) de 200 metros entre la zona de aplicación y todo asentamiento humano o curso de agua. Para las terrestres, la franja es de 100 metros. En el caso de los caminos vecinales, se debe contar con barreras vivas (forraje denso) de 5 metros de ancho por dos de alto, o una franja de 50 metros.