En el principio estuvo la investigación realizada por ÚH “Festín de rubros docentes en la UNA”, pero sin la reacción del estudiantado todo hubiera quedado en una denuncia entre otras. Sin embargo, el 22 de setiembre del 2015, alrededor de las 9.00, más de mil estudiantes rodearon la sede del Rectorado de la UNA; pedían que el Consejo Superior Universitario exigiera la renuncia del rector Froilán Peralta por las irregularidades administrativas que le salpicaban.
“Se creó un escenario en el que teníamos que hacer algo. Tuvimos como ejemplo la protesta de los secundarios, que salieron a las calles a pedir un cambio en la educación nacional. Teníamos la necesidad de tomar el protagonismo. Si no lo hacíamos, nadie lo iba a hacer”, recuerda Raúl Benítez, uno de los voceros de aquel entonces y estudiante de la Facultad de Ingeniería de la UNA.
Según Benítez, él y sus compañeros notaron que un grupo de decanos, docentes y egresados se mantenían fieles a las acciones irregulares impulsadas por quienes encabezaban en ese momento la universidad.
Recuerda que la primera movilización de universitarios estuvo relacionada a la adhesión del grupo a la protesta de los estudiantes secundarios, que se levantaron contra la falta de inversión del MEC.
“Se cerraban materias porque no había presupuesto para pagar a los profesores; sin embargo, la prensa reveló un esquema en el que, desde el Rectorado, contrataban a parientes o amigos con rubros docentes”, precisa.
Señala también a los representantes estudiantiles que buscaban rédito económico o político. “No buscaban lo mismo que nosotros. Solo queríamos una mejor educación”, dice.
mucho miedo. Amalia Ríos, otra de las voceras de #UNAnotecalles, recuerda el miedo que sentían. La represión en la Facultad de Medicina, comenta, apuntaba al juego sicológico. “Teníamos mucho miedo. Nos decían que si nos manifestábamos no podríamos terminar la carrera, y a nosotros nos costó mucho ingresar. Pero hoy la realidad es otra. Me gradué y ejerzo mi profesión. Hubo algo más fuerte que el miedo: las ganas de romper con todo de una vez”, rememora.
Para Amalia, la educación real en la UNA se alejaba de la publicidad que le daban. “Los que estábamos en las aulas no teníamos más que absorber la mediocridad de muchos docentes. Uno de los despertadores que tuvimos fue darnos cuenta de que esa no era la universidad que nos prometieron. Tampoco la que merecíamos”.
A Fernando Krug y a otros líderes de la rebelión estudiantil, la militancia les costó persecuciones. Vio la represión en sus notas, que de ser altas bajaron sin explicación, y en las amenazas directas de docentes. Y, en lo personal, cuando la prensa publicó sobre su posible detención, su madre, hipertensa, se vio afectada por la noticia, recuerda el ex alumno de Filosofía.
La movilización también le afectó en otros aspectos de su vida. La falta de tiempo y su entrega al propósito, al igual que la de sus compañeros, le causó problemas.
sí, se pudo. Raúl, Amalia y Fernando coinciden en que la unidad fue una de las virtudes más importantes de la movilización en la UNA, en el 2015. Supieron conseguir la fraternidad entendiendo la diversidad del sector.
“Lanzamos una consigna de ‘Sí se puede’. Froilán era uno de los rectores más fuertes y generaba miedo. Sabíamos que si la protesta no funcionaba todos seríamos expulsados”, agregó Krug.
También destacan que los logros fueron productos de la autenticidad de la lucha. “Era algo tangible y la solidaridad entre los compañeros fue punto clave”, aclaró Amalia.
Los estudiantes sostienen que, más allá de denunciar los hechos por medio de la medida de fuerza, lograron que los alumnos se interrogaran y preguntaran: ¿por qué? Que ya no se queden callados ante lo que ven que no funciona.
Krug celebra que durante la Primavera estudiantil, el campus de la UNA se convirtió en un espacio de pensamiento crítico, de encuentros entre futuros profesionales, algo que antes no pasaba.
“Esta universidad tiene 12 facultades que funcionaban como islas, las cuales no se intercomunican. Eso nos permitió entender las etapas que se necesitaban para solucionar el problema de raíz”, refiere.