Roa Bastos, el máximo autor de ficciones y pintor de realidades que llevó el nombre del Paraguay hasta la cumbre de las letras en la historia de la literatura, fue homenajeado con motivo del 99 aniversario de su nacimiento en una sala de la Manzana de la Rivera.
Luego de una evocación de Ramiro Domínguez sobre la figura del autor de Hijo de Hombre, Mirta Roa leyó una carta personal que le escribió su padre cuando era mucho más joven. “Cuando tenía diez años”, contó, "él me decía como acercarme a la gente, cómo llegar al caracú de esta nación y cómo sorber de ella lo más lindo”.
“Me pedía que me acercara a la gente del interior, que la gente de allí había sufrido mucho y se merecía tener optimismo y tener un mundo mejor”, señaló en una entrevista con Última Hora.
"Él siempre hablaba con la gente. Los escritores del interior lo apreciaban porque decían que él les había enseñado a ser ellos mismos en la capital; les enseñó a no tratar de ser otro tipo de personas sino a manifestarse como ellos eran”, aseguró.
De esta manera, Roa Bastos buscaba reafirmar la identidad de sus compueblanos. “No les enseñaba a ser distintos, sino a que se sientan orgullosos de sí mismos”, dijo.
Lo importante para Roa era, según Mirta, la educación, que consideraba “fundamental”. “Pero no la que evangeliza, sino la que despierta lo mejor de uno”, comentó.
Durante el homenaje, el cantautor Ricardo Flecha interpretó tres sentidas canciones en homenaje “al amigo que le pedía canciones cuando estaba agobiado”.
“En realidad, interpreté unas canciones que tienen que ver con la relación que teníamos. Una con un texto de Roa que se llama ‘Los Hombres’, que musicalizó Jorge Garbett, y que nosotros, sin conocerle a Roa, la interpretamos durante muchos años, cuando él se fue al exilio. La empezamos a cantar en el año 1982", recordó.
Otra de las canciones interpretadas durante la velada de homenaje fue “Reservista Purahei”, de Agustín Barboza y Félix Fernández. Flecha recordó que Roa Bastos “le pedía siempre este tema cuando se sentía un poco agobiado”.
“Recuerdo que me llamaba para que fuera hasta su casa y cantara esta canción. Hubo un tiempo en que casi todas las semanas iba a casa de él”, aseguró.
Mencionó que hubo una ocasión muy simpática en la que tuvo que entrar por la ventana a la casa del escritor porque las puertas estaban cerradas.
Al referirse a Roa como persona, señaló que siempre era un placer conversar con él, porque no se colocaba en un plano superior. Era, como aseguran muchas personas que hablaron con él, un ser comedido, “algo que no esperaba de una persona que maneja la palabra como él”.
“Tenías una relación simple, una conversación bastante normal que no buscaba la pirotecnia ni nada. Uno sabía que él estaba hablando con propiedad y eso era importante porque te hacía sentir seguridad y confianza”, comentó.
El evento desarrollado este lunes en la Manzana de la Rivera se realizó en el marco del proyecto Camino al Centenario, que se cumplirá el año próximo con el objetivo de “mantener viva la memoria del autor para legado de las futuras generaciones”.