Cuatro de las muertes ocurrieron en el condado de Washington, ubicado entre las ciudades de Houston y Austin.
Allí, un hombre murió en el interior de su vivienda prefabricada anegada por el agua, dos personas que iban en un vehículo se ahogaron después de verse sorprendidos por el torrente, mientras que un joven quedó atrapado en su camioneta engullida por la corriente.
Minutos antes de morir, el joven había publicado en su cuenta de Facebook una fotografía desde el interior del vehículo acompañada del mensaje: “Yo solo quería llegar a casa”.
En Brenham, la capital del condado, cayeron 42 centímetros de lluvia en un solo día, rompiendo el récord de 26 centímetros existente desde 1994.
Por otro lado, una mujer murió en Comfort, entre San Antonio y Austin, cuando el vehículo en el que circulaba fue arrasado por la corriente.
El conductor de ese vehículo logró sobrevivir al alcanzar a nado la orilla, mientras que otra pasajera se amarró a un árbol hasta que la rescataron los equipos de emergencia.
En Austin, finalmente, los equipos de emergencia rescataron el cuerpo sin vida de un hombre hispano que también fue sorprendido por la corriente en el interior de su vehículo.
A esta hora, los equipos de emergencia aún buscan a su acompañante, que podría elevar a siete el balance de muertos.
Más allá de los sucesos mortales, el agua que cae desde medianos de la semana pasada sobre Texas ha engullido centenares de automóviles, causado daños en docenas de viviendas, bloqueado decenas de carreteras y provocado la evacuación de dos cárceles y el traslado de sus 2.600 presos a otros centros.
Las tormentas torrenciales del fin de semana del Día de los Caídos son el último episodio de inundaciones que han azotado a Texas desde hace exactamente un año y que han causado medio centenar de muertos desde su inicio.
Lejos de ver la luz al final del túnel, los meteorólogos alertan de la posibilidad de que vuelvan a producirse fuertes tormentas entre el miércoles y el viernes.
