El experto desarrolló un informe titulado La lucha contra la pobreza rural en Paraguay, en el que explica que entre los pobres no extremos, gran parte de sus ingresos provienen de actividades laborales y el 21% de ellos reciben ayuda de familiares que residen en el país. Dentro de ese porcentaje, casi la mitad reciben ayuda familiar que les representa un 50% de sus ingresos. “Esta dependencia indica el nivel de vulnerabilidad, ya que sin estos ingresos volverían a la categoría de pobres extremos”, enfatiza.
Por otra parte, el economista sostiene que en lo referente a las transferencias de Tekoporã, el 24% de los pobres no extremos lo reciben. El 50% de sus ingresos encuentran sustento en Tekoporã. Por lo tanto, sin estas ayudas ellos caen de vuelta muy por debajo de la línea de la pobreza extrema”, advirtió.
condición laboral. Incluso, según sus conclusiones, la población no pobre es ciertamente vulnerable, dado que muchos tienen condiciones laborales inadecuadas: trabajan muchas horas y ganan menos del jornal mínimo diario. Además, la capacidad de generar ingresos guarda relación con la educación adquirida, y en esto los jefes de hogares rurales (pobres y no) se encuentran en el mismo promedio de años de educación recibida, es decir sin la primaria concluida.
Con respecto a ingreso promedio de las mujeres en las áreas rurales, que representa un 50% nada más que los montos promedios percibidos por los varones en el campo, el profesional menciona que las oportunidades laborales en este ámbito se centran en gran medida en el sector primario y este, de manera tradicional, ha sido ocupado por hombres.
“Sin embargo, en los últimos años las estadísticas muestran que entre los residentes rurales las mujeres se han ido capacitando más que los hombres; otra cuestión interesante que se viene dando es el surgimiento de espacios urbanos en donde algunos años atrás era plenamente rural (por ejemplo Santa Rosa), lo cual podría permitir conectar productos a un mercado en menor distancia y la capacitación que vienen recibiendo las impulsaría a acceder al sector de servicios”, expresa.
Teniendo en cuenta que Caazapá y San Pedro son los departamentos más pobres del país, Garicoche indica que sin embargo, al bajar la territorialidad a ciudades, uno encuentra que en Itapúa (un departamento relativamente rico del país) existen niveles de deserción escolar más altos que en los primeros dos departamentos.
Alguna explicación se da por los niveles productivos de la zona (Itapúa), que han impulsado a muchos jóvenes de 13 a 15 años a dejar sus estudios y comenzar a trabajar.