18 abr. 2024

Pobladores de Isla Yasyretá claman por agua potable

Un suplicio más sufren las familias residentes en el lugar por la falta de agua potable, y urgen una solución a la EBY. Actualmente el 84% de la población bebe agua del río y el 16% del pozo.

Vanessa Rodríguez

MISIONES

Beber agua limpia es un deseo largamente acariciado por los pobladores de la Isla Yasyretá, de Ayolas, que suman esa carencia a otras tantas que se agravan a causa de las inundaciones.

“Ya tengo 70 años y sigo sufriendo por la falta de agua potable en mi comunidad. Es agotador tener que bajar y subir por la barranca para traer agua del río, pero no podemos hacer nada, solo aguantar. Deseo beber agua limpia antes de morir, ojalá el director de la EBY cumpla lo que nos prometió en febrero”, expresó entristecido Domingo Fernández, poblador de la Isla Yasyretá de Ayolas.

En la zona el 84% de la población bebe agua del río Paraná y el 16% del líquido proveniente de pozos. Reclaman a la EBY el pronto cumplimiento de la promesa de su director de dar solución a la problemática.

CONSECUENCIAS. Debido a la falta de agua potable en la comunidad suelen producirse brotes de cuadros de diarrea y vómitos, expresan los pobladores. “Cuando el río crece y arrastra las suciedades, el agua se contamina y enferma a los niños principalmente, produce diarrea, vómitos y parasitosis”, agrega Fernández.

Una madre de familia explica lo sacrificado que es para ellos tener que consumir y utilizar agua del Paraná. “Tengo que ir 100 metros hasta el río a traer agua en un balde de 20 litros. Trato de economizar al máximo mi uso del agua, porque me cansa demasiado tener subir y bajar la barranca. A veces no tengo remedio y para lavar la ropa tengo que ir a traer hasta tres veces”, explicó Andrea Paredes, pobladora de la isla.

URGEN CAMINOS. Los pobladores del lugar precisan además de forma urgente caminos de todo tiempo, ya que actualmente se encuentran aislados por falta accesos.

Entre los principales afectados están los niños en edad escolar, que deben caminar largos trechos para llegar a las instituciones, ya que por las pésimas condiciones del camino, los buses no ingresan a sus barrios.

Algunos estudiantes deben caminar hasta 10 kilómetros al día, y lo hacen descalzos para no estropear ni ensuciar sus calzados. “Ivaieterei ñande rape, colectivo ndoikevéima (nuestro camino es muy feo, el colectivo ya no entra)”, lamentan los alumnos.