La gente aplaudía para que empiece el show, pero sin ademanes impacientes. Con expectativa y calidez, los que estaban en el Gran Teatro del BCP la noche del viernes pasado aguardaban para disfrutar de la magia de dos de los más grandes guitarristas de Sudamérica: Berta Rojas y Toquinho.
Bien lo dijo la paraguaya al arrancar el show, mientras algunos hablan de levantar muros para dividir países, la música tiende puentes para hermanar naciones. Así fue la noche, una cita con una selección de canciones paraguayas y brasileñas que llenaron de deleite a los presentes, encantados por doce cuerdas ejecutadas por dos genios.
Berta comentó lo que tal vez la mayoría sentía: un sueño hecho realidad. “Cuando yo era chica, recuerdo que escuchaba ‘Aquarela’, y soñaba con hacer el solo de ese guitarrista, compositor, cantante fundamental de Brasil. Tocar con él, más que un sueño. Así que para reivindicar ese derecho a soñar, hoy en Paraguay démosle la bienvenida a Toquinho”, dijo la intérprete, en medio de una ovación y el aplauso generalizado.
Acompañados por músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional, quienes estuvieron bajo la dirección de Popi Spatocco, Berta y Toquinho ofrecieron los temas “Desafinado” y “Corcovado”, de Tom Jobim; “Choro da saudade” y “Maxixe”, de Agustín Barrios Mangoré; “Bachianinha”, de Paulinho Nogueira; y “A cada o caderno”, de Vinicius de Moraes y Toquinho.
Fue una noche en que se mezclaron emociones y sonidos, con la bossa nova como protagonista, escoltada por los acordes de la guarania, las composiciones de Mangoré y la inconfundible guitarra de Toquinho, quien también interpretó “Si ela perguntar”, de Dilermando Reis, “Felicidade” y “Tarde em Itapoã”, de Vinicius, entre otros títulos.
No faltaron tampoco los homenajes, a autores como Demetrio Ortiz, en el centenario de su nacimiento, a Emiliano Aiub (primer maestro de guitarra de Berta) y a compositores brasileños como Luiz Gonzaga y Humberto Teixeira, Heitor Villa-Lobos, Ernesto Nazareth, Baden Powell, por citar solo algunos.
Berta y Toquinho se ganaron el cariño de la gente con cada sonrisa, con la música de una noche encantada por sus doce cuerdas mágicas.