Esta semana se emitirían los discutidos USD 500 millones en bonos soberanos en el mercado internacional y es realmente una pena que sigamos a estas alturas discutiendo sobre su legalidad o no.
En la columna anterior sostuve que la culpa de esta indefinición viene de ambas partes, oficialismo y oposición; pero ya que se iniciaron las conversaciones con los grupos de inversión para colocarlos es tiempo de parar la pelota y pensar en el país.
Hay que entender que en este momento las presentaciones que se están haciendo en los Estados Unidos y el Reino Unido sobre Paraguay son la principal vidriera para el capital internacional que tendremos en todo este año.
No podemos darnos el lujo de que rencillas domésticas terminen por afectar a las tasas de interés en la colocación, porque al final, si las cosas salen mal, perdemos todos.
Los números macroeconómicos de los últimos diez años de Paraguay han sido envidiables si nos comparamos con los del vecindario; pero, ¿fue suficiente para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? Absolutamente, no.
Hay que profundizar el debate sobre el modelo de crecimiento que tenemos como país –pero al menos por esta semana– tenemos que entender que estamos rindiendo examen ante el mundo de la inversión internacional.
No podemos darnos el lujo de dejar como precedente una emisión de bonos sin respaldo del Poder Legislativo; de manera que, aún con cuestionamientos, sería oportuno que hoy la Cámara de Senadores apruebe el proyecto de ley que legalizaría esta emisión.
Tendremos suficiente tiempo, después, para exigir que se cumplan los 31 proyectos de infraestructura que señala Hacienda se realizarán con la captación de USD 187 millones sobre el total de los bonos.
Emitir papeles en el mercado bursátil mundial no es solo asumir compromisos de deuda, es también la brillante oportunidad de tener hasta 50 reuniones (como es en este caso) con grandes inversores financieros para que conozcan sobre nuestro país.
No estoy a favor de que financiemos todas nuestras obras a través de bonos, pero emitir al menos una vez al año nos permite estar en el ruido económico mundial.
Si respetamos el margen del 1,5% de déficit que nos permite la Ley de Responsabilidad Fiscal y se trabaja en ampliar una base tributaria que permita ir sustituyendo gastos de salario por mayor inversión física y social, las emisiones de bonos no deberían representar ningún riesgo a futuro.
Podremos mantener controlada la deuda pública y avanzar en las urgentes mejoras en infraestructura que nos han rezagado como país. Hoy estamos en la principal vidriera del mundo; mostremos lo mejor de nosotros.