Nuestro país es uno de los más desiguales de América Latina. Cuando hablamos de desigualdad generalmente nos referimos a las importantes brechas entre los más ricos y los más pobres y nos olvidamos de las que existen entre los distintos departamentos y distritos del país.
Recientemente, la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos publicó un documento sobre las condiciones socioeconómicas de los 17 departamentos del país dando cuenta de la heterogeneidad en materia de bienestar social y oportunidades económicas.
Tomando como ejemplo solo algunos indicadores, la información disponible señala que mientras en Asunción el subempleo afecta al 13% de la población ocupada, en Ñeembucú y Guairá este problema afecta a alrededor del 25%.
El nivel educativo de la juventud –15 a 29 años– también muestra que la igualdad de oportunidades es una utopía en Paraguay. En Asunción y Central, el promedio de años de estudio, aunque todavía bajo, es de poco más de 11 años. Es decir, los jóvenes están logrando llegar hasta el final de la educación media. En cambio, en Alto Paraguay solo llegan a 7 años y en San Pedro a 9. El rezago educativo es un determinante fundamental del desarrollo local.
Caazapá, Caaguazú y San Pedro son los departamentos con mayores niveles de pobreza ya que más del 40% de su población sufre este flagelo. Asunción y Pdte. Hayes tienen a alrededor del 10% de su población bajo la línea de pobreza.
Estas cifras, algunas de las muchas que hay, muestran claramente las diferentes condiciones que enfrenta la población y los obstáculos existentes para que la economía se traduzca en empleos de calidad y oportunidades de negocios.
El país debe contar con una estrategia clara, con objetivos y metas cuantificables e instrumentos eficientes para generar impacto en los territorios y mejorar estos indicadores a la par de que se reducen las distancias entre los departamentos en cualquiera de los ámbitos. Las exoneraciones tributarias a la inversión podrían tener como objetivo incentivar a las empresas a invertir en zonas que el Gobierno considere como prioritarias.
Esta estrategia debe mejorar la cobertura y la calidad de la educación, así como la oferta de los servicios básicos y la infraestructura vial y comunicacional. De otra manera las inversiones privadas seguirán siendo mínimas y los emprendimientos económicos tendrán una alta probabilidad de fracaso.
El desarrollo de los territorios locales no solo tiene la potencialidad de mejorar la calidad de vida de la población que vive allí, sino también de reducir la migración hacia las ciudades, con lo cual se reduce la presión que existe actualmente en materia de servicios públicos, vivienda y generación de empleos en las áreas urbanas y distritos más poblados.