La muerte de Fiorella causó indignación en la población de Misiones. Tenía solo 2 años y su madre, pese a la existencia de una orden de captura en su contra, logró escapar por mucho tiempo de la Policía.
La menor había sufrido daños severos en la cabeza a causa de golpes. Presumiblemente también fue tirada contra la pared por su propia madre. La mujer ya fue recluida en el Centro Penitenciario de Mujeres Casa del Buen Pastor por orden del juez José Agustín Delmás.
El caso de esta pequeña es solo uno de los múltiples que ahora se reportan en Misiones. El juez Camilo Cantero, de Niñez y Adolescencia, sostuvo que existen más casos de abuso en Santa Rosa e incluso en otros tres distritos más. “Las cifras son alarmantes y nos compete a todos, como Estado, encontrar un solución”, precisó el abogado.
A nivel departamental, las tres ciudades más grandes del Departamento de Misiones (San Ignacio, Santa Rosa y Ayolas) cuentan con un alto índice de abusos y maltratos a niños y adolescentes. Solo en el 2015 existieron nueve maltratos y 13 abusos sexuales, informó Mariela Rivarola, periodista de Última Hora.
De la misma manera, contó que en el 2016 se reportaron 12 maltratos infantiles y ocho abusos sexuales de menores. En el 2017, solo hasta el mes de julio, se llegó a la información de que ocho niños fueron agredidos y seis abusados.
“Las estadísticas de abuso son alarmantes. Tenemos más de un caso de abuso. Es grave porque la doctrina de la protección integral que abraza el Paraguay mediante la firma de la Convención Internacional de los Derechos de los Niños está siendo pisoteada”, contó.
A su criterio, la situación en Misiones es lamentable teniendo en cuenta que las cifras de vulneraciones a niños y niñas son altas en un departamento con 130.000 habitantes. Sostuvo que mucha culpa en todo esto tienen las familias, la sociedad y el Estado.
“Esto responsabiliza a la familia. Tenemos familias disfuncionales y otros conflictos que hacen que exista una crisis en el seno donde crece el niño. Esto se proyecta a la sociedad de una forma preocupante, que termina por apostar por una cultura del silencio”, sentenció.
Consideró al Estado como un ente que convive cometiendo errores y adeudando al sector infantil, que finalmente es el más vulnerado.
“Seguimos cometiendo errores como sociedad y como Estado. Esto nos obliga a demostrar que tenemos realmente deudas con los niños y adolescentes”, remarcó.