EFE
La policía ha establecido un perímetro de seguridad en la calle 23, entre la Quinta y la Sexta Avenida, en el centro de Manhattan, donde no está permitido el tráfico de vehículos ni el acceso de transeúntes mientras continúan recabando pruebas de la explosión.
Para poder acceder a ese perímetro de seguridad, los vecinos tienen que presentar a las autoridades una identificación con fotografía en la que se acredite su domicilio y posteriormente son escoltados por agentes de policía hasta sus viviendas.
Mientras, los investigadores todavía mantienen cerrado el acceso al interior del edificio situado en el número 131 Oeste de la calle 23, el más afectado por la explosión, aunque el departamento de bomberos confirmó que no se han producido daños estructurales.
El concejal Corey Johnson explicó a los periodistas que las personas que aún no puedan entrar en sus viviendas tienen la opción de pasar la noche en una de las habitaciones habilitadas para los afectados en el hotel The Standard, en la zona del High Line.
La oficina del alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, no ha facilitado datos concretos sobre el número de personas que hayan podido verse afectadas por la explosión de la calle 23 y por la aparición de otro artefacto en la calle 27.
En el barrio, muy transitado por turistas y situado en el corazón de la Gran Manzana, se ha instalado una carpa de la Cruz Roja donde sirven comidas y cenas para los afectados, gracias a la colaboración de numerosos restaurantes y comercios locales.
El tráfico en la zona sigue siendo un reto ya que además del perímetro de seguridad, la policía mantiene cerrado el paso a los vehículos en un tramo de la Sexta Avenida, a la altura de la calle 14, y un tramo de la Séptima Avenida, a la altura de la calle 34.
Por su parte, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA), la agencia que gestiona la extensa red de metro de la ciudad, confirmó que todavía sigue cerrada la estación de la calle 23, de las líneas E y F, y las estaciones de la calle 23 y la calle 28, de la línea 1.
Así, mientras el barrio de Chelsea trata de recuperar poco a poco la normalidad, las autoridades siguen adelante con la investigación de un “acto de terror” aunque advierten que todavía no hay pruebas que lo vinculen con el terrorismo internacional.
La zona continuaba este domingo plagada de agentes de policía y personal del FBI y otras agencias federales en busca de nuevas pruebas que puedan ayudar a las autoridades a dar con el paradero de los responsables.
Desde entrevistas a los vecinos y a los testigos de la explosión, hasta la búsqueda de restos del artefacto explosivo y el análisis de las grabaciones captadas por las cámaras de seguridad de los edificios cercanos.