02 nov. 2025

La remota ciudad japonesa que lleva 20 años homenajeando a Martha Argerich

La argentina Martha Argerich llenó las mejores salas de conciertos del mundo, pero también se ganó un hueco en la remota ciudad japonesa de Beppu, que celebra este año el 20 aniversario de un festival dedicado a la pianista porteña.

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Argerich es considerada una de las mejores pianistas de esta época. Foto: codalario.com.

EFE

Esta pequeña ciudad del sur de Japón de no más de 120.000 habitantes es conocida por sus interminables valles de aguas termales, pero también por albergar desde hace 20 años el Festival Argerich’s Meeting Point (El punto de encuentro de Argerich), todo un mes de conciertos donde la música clásica es la protagonista.

“Martha Argerich es un milagro económico y cultural para Beppu”, explica la pianista japonesa Kyoko Ito, amiga de Argerich desde hace cuatro décadas y actual vicepresidenta de la Fundación que lleva su nombre y tiene su sede en esta localidad.

La relación de Argerich con esta ciudad se remonta a 1994 cuando bajo la petición de su buena amiga Ito aceptó la propuesta del Gobierno de Beppu de establecer un festival de música allí, a pesar de las recomendaciones que le decían que debía celebrarlo en Tokio.

“El padre de Argerich era un romántico: le decía que si cavaba un hoyo desde Argentina, este le llevaría a Japón”, bromea Ito al ser preguntada por la estrecha relación de la porteña con el país asiático.

En un país donde la expresión de los sentimientos queda relegada al ámbito privado, Argerich logra largas ovaciones e, incluso, la admiración imperial, tal y como ocurrió el pasado 16 de mayo en el Tokyo Opera City, en un concierto al que también asistió la emperatriz Michiko de Japón entre grandes aplausos.

“Argerich ha abierto un nuevo mundo para la música en Japón”, señala Ito, quien considera que el festival en Beppu es un punto de encuentro para artistas de toda Asia y proporciona “una educación artística y emocional a los japoneses”.

El festival, que este año se celebra entre el 6 de mayo y el 3 de junio, reúne a centenares de miles de personas en esta localidad, un hecho que es muy apreciado también por taxistas y hosteleros de la zona, que ven en este mes un repunte en sus ganancias del año.

En esta última edición, más de 143.000 personas asistieron al festival durante la primera mitad del mismo, según cifras de la Fundación Argerich.

La pianista argentina decidió seguir actuando en el país asiático incluso cuando una serie de terremotos azotaron el sudoeste de Japón en 2016, uno de ellos con un magnitud de 7,3 grados en la escala abierta de Richter, que dejó 29 víctimas y provocó el derrumbe de 9.000 construcciones.

“Incluso los japoneses dejaron de venir al sur preocupados por un posible accidente nuclear como el de 2011, pero ella siguió viniendo. Fue conmovedor”, detalla Ito.

Su popularidad es tal que en noviembre de 2016 fue galardonada con la Orden del Sol Naciente, la distinción más alta de Japón, que es otorgada por el propio emperador Akihito a aquellos ciudadanos nacionales o extranjeros que ayudan a promover los lazos internacionales de este país o a difundir su cultura.

Además de interpretar los clásicos de Franz Liszt o Serguéi Prokófiev, entre otros, Argerich también busca a través de su fundación acercar la música clásica a personas que nunca habían tenido un especial interés por la misma.

Actuaciones para niños en colegios y hospitales, así como muchos otros conciertos gratuitos son algunas de las actividades que su fundación organiza por todo Japón para devolver la atención a este género.

“El interés de la gente se está moviendo a otros campos, no solo en Japón, sino en todo el mundo, pero al final lo esencial en el ser humano es el sentimiento y eso queda patente en la música clásica”, señala Ito.

A sus 76 años, Argerich es considerada como una de las mejores pianistas de todos los tiempos, una carrera que solo se ha visto interrumpida por un cáncer recurrente que le ha llevado a abandonar los escenarios en más de una ocasión, pero del que ya se encuentra recuperada.

“La forma en la que ella actúa, cómo se comporta y su personalidad hacen que Argerich sea muy cercana para los japoneses”, concluye Ito.

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