14 may. 2024

La incertidumbre del futuro del exilio tibetano sin el dalái lama

Nueva Delhi, 5 jul (EFE).- El dalái lama tiene previsto vivir hasta los 113 años, pero su 80 cumpleaños arroja un manto de incertidumbre sobre cómo será el futuro del Tíbet y del exilio tibetano cuando ya no tengan a un líder con estatus de estrella del rock.

Imagen de archivo del Dalai Lama. EFE/Archivo

Imagen de archivo del Dalai Lama. EFE/Archivo

Tenzin Gyatso, (6 de julio, Taktser, China) la reencarnación del dalái lama XIV, es el líder de los 150.000 tibetanos en el exilio; la referencia espiritual en el Tíbet, incluso desde que llegó a la India en 1959, y el carismático rostro internacional de la lucha tibetana que defiende en viajes por todo el mundo en los que es recibido por políticos y celebridades.

Pero el exiliado político más famoso del mundo no vivirá para siempre y su futura falta amenaza con relegar al olvido internacional la causa tibetana, que parte el Tíbet se radicalice e incluso que el ateo Gobierno chino elija a su propia reencarnación del dalái lama.

China considera a Tíbet parte inseparable de su territorio, mientras que los tibetanos argumentan que la región fue durante décadas independiente en la práctica hasta su ocupación por las tropas comunistas en 1951.

El antropólogo e historiador Melvyn C. Goldstein escribió en su libro “The Snow Lion and the Dragon: China, Tibet, and the Dalai Lama” que “muchos en China están convencidos de que la muerte del dalái lama es la solución más simple al problema de Tíbet”.

En el exilio tibetano en la India, sin embargo, no piensan así.

“Perder al dalái lama será un golpe para los tibetanos. Estamos luchando por nuestra supervivencia, y sin el dalái lama será más difícil, pero la lucha continuará”, dijo a Efe el representante del líder budista en Nueva Delhi, Tempa Tserin.

“Tíbet tiene una historia de 2.000 años y el dalái lama sólo ha gobernado durante 400", agregó.

Para Tenzin Tsundue, conocido activista tibetano en la India, el dalái lama es la persona que más ha hecho para que se conozca la situación del Tíbet, pero “el futuro del Tíbet dependerá de China, las otras potencias internacionales y de los seis millones de tibetanos”.

Para hacer frente a un futuro sin él, el dalái lama separó el poder político y el religioso en 2011 al ceder las competencias políticas a un líder elegido democráticamente.

La responsabilidad recayó tras unas elecciones en la que participaron tibetanos exiliados en 32 países en el abogado educado en Harvard Lobsang Sangay, desde entonces primer ministro del Gobierno tibetano en el exilio, un ejecutivo que no ha reconocido ningún país.

Fue una forma de hacer frente a la posibilidad de la existencia de dos dalái lama tras la muerte del actual: uno elegido por el exilio tibetano y otro por el Gobierno comunista chino.

Existe un reciente antecedente: tras la muerte en 1995 del Panchen Lama, la segunda autoridad religiosa del budismo tibetano, China rechazó la reencarnación bendecida por el dalái lama, en paradero desconocido desde entonces, y eligió y educó a su propio Panchen.

Por el momento, el dalái lama ha dejado en el aire la cuestión de su reencarnación con opciones que van desde hacerlo fuera de China tras su muerte, que pase en vida o incluso que esta tradición teocrática que comenzó en 1642 se acabe.

El Gobierno comunista y ateo chino ha rechazado estas opciones afirmando que Pekín “tiene la última palabra sobre su reencarnación” y que el dalái lama debe “seguir con la tradición religiosa”.

Mientras el dalái lama y el Gobierno chino cruzan acusaciones acerca de los entresijos de la reencarnación, el primer ministro del Gobierno en el exilio tibetano ha probado ya las mieles de la quijotesca misión a la que se enfrenta y en cuatro años no le ha recibido ningún mandatario internacional.

Incluso el régimen chino, que ataca habitualmente al dalái lama acusándole de ser un “lobo con hábito de monje”, apenas hace referencia a él.

“El dalái lama trató de dar continuidad al poder político con un primer ministro no religioso, pero tras su muerte será muy complicado para el político. El Gobierno chino no negocia con él porque sería reconocer su Gobierno en el exilio”, dijo a Efe la profesora de la Universidad de Nueva Delhi Avanti Bhattacharya.

La experta plantea además otro problema: en Tíbet ha habido revueltas, pero la violencia no ha sido la norma, una situación que podría cambiar tras la muerte del Dalái Lama, quien reclama una autonomía real para la región dentro de China.

“Tras la muerte del dalái lama se podría radicalizar la situación en el Tíbet y los tibetanos podrían recurrir a la violencia”, indicó Bhattacharya. Jaime León

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