En un cobarde atentado, ocho militares perdieron la vida en Arroyito, Concepción. El Gobierno dijo que todo apunta a que el acto criminal fue ideado y ejecutado por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Los maletas que están en el poder y los chupamedias de turno, no desaprovecharon la oportunidad. Y empezó el ataque político: todo es culpa de los zurdos.
El primero fue Javier Zacarías Irún, quien en varias ocasiones ya fue tildado de traidor por sus propios correligionarios. El político colorado culpó al Frente Guasu (concertación de partidos de izquierda) de apoyar al EPP y de querer desestabilizar el país en alianza con los criminales.
Después vinieron el presidente de la ANR, Pedro Alliana, el diputado Walter Harms y, finalmente, el senador anticomunista Carlos Núñez, quien dicho sea de paso pidió que vuelva Alfredo Stroessner.
Todos con el mismo discurso. La culpa es de los zurdos: fueron ellos los que dejaron que este grupo criminal se asentara en el Norte.
Pero ninguno de estos personajes de la política hizo una autocrítica. Ninguno.
Ninguno se puso a analizar qué resultados obtuvieron las Fuerzas Militares y la Policía Nacional con los 81 millones de dólares que recibieron de presupuesto desde el 2014 hasta la fecha para acabar con el EPP, 81 millones de dólares que aportamos cada día vos, yo, zurdos, cartistas, cerristas, olimpistas, etc.
Ninguno puso en tela de juicio la gestión de Cartes, que en 3 años arrastra más muertes que los demás gobiernos anteriores. No. Para los maletas del poder y los chupamedias de turno, Cartes es the new Carlos Antonio López que está siendo boicoteado por 6 diputados, 11 senadores y 1 intendente, quienes políticamente mueven cielo y tierra para que el EPP mate a ciudadanos inocentes. Cuestionar al gobierno de Cartes es actualmente sinónimo de ser un zurdito despechado.
Cuesta dimensionar que nuevamente una hija ya no pueda besar nunca más a su papá, que una mamá no pueda abrazar nunca más a su hijo o que un joven ya no pueda compartir un domingo de fútbol con su hermano.
Cuesta creer “el fuerte compromiso de acabar con el terrorismo”, que tras cada triste suceso se repite de boca en boca en la clase política, pero no se traduce en acciones concretas.
Cuesta dimensionar que pese al enorme fracaso en políticas de seguridad, Francisco De Vargas siga al frente del Ministerio del Interior, al igual que el general Luis Gonzaga Garcete como jefe de las Fuerzas Militares.
Es hora de que estos dos inútiles, por dignidad, dejen sus cargos. Es hora de que dejemos de culpar a los zurdos y de que los paraguayos veamos resultados.