El protocolo de prevención de abusos sexuales contra menores en instituciones católicas contempla la implementación de procesos más rigurosos de admisión a los candidatos a emprender la vida sacerdotal.
Monseñor Joaquín Robledo, secretario general de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), explica que con este documento aplicarán evaluaciones sicológicas “para una mejor selección”, en vista a que las personas que estén en la iglesia sean “síquicamente sanas” para proteger a los más vulnerables dentro de las instituciones eclesiales.
“Cada obispo con su equipo de pastoral o de prevención estaría organizando esa formación. A su vez, cada diócesis determinará la conformación de un equipo de sicólogos que acompañen la admisión de los aspirantes al sacerdocio”, señala y cuenta que el material se está repartiendo en forma de libritos a las diócesis.
Personas especializadas en sicología –dice– tendrán a su cargo la aplicación de los test, antes del ingreso a los seminarios. Antes se aplicaba, asegura, pero no se ha generalizado. “Muchas veces los aspirantes al sacerdocio están en lugares que carecen de especialistas en sicología. Pero se está, a través de equipos de pastoral vocacional, procurando tener eso. Por Asunción es más fácil, pero en el interior cuesta más”, añade.
Oblación. Los seminaristas, al tiempo de ser formados “para la vivencia de la virtud de la castidad, del celibato sacerdotal”, también tienen que ser “personas normales”.
Y pone un ejemplo: “Un hombre que sea capaz de enamorarse de una chica, pero también sea capaz de renunciar a su vida al servicio del Reino, esa es la gran motivación del evangelio”. Ser prudente, “estar en una espiritualidad de amistad con el Señor, de oblación de la propia vida”.
Por lo que cada candidato a sacerdote ha de cuidarse en el “trato con los demás”, con el sexo opuesto y, “por supuesto, con el mismo sexo”.
Para la iglesia la “homosexualidad es anormal, contra la naturaleza, siempre lo ha sido”, refuerza Robledo, quien se desempeña también como obispo de San Lorenzo.
El artículo seis del citado protocolo establece que los programas de prevención de abusos sexuales en menores, en el ámbito de la formación en los institutos eclesiales, deberán prestar especial atención al acompañamiento y apoyo sicológico tanto en la admisión como en las distintas etapas de la formación del sacerdote. “Los diversos niveles formativos requieren un abordaje sistémico, sincero y abierto de la historia del desarrollo sicosexual y orientación sexual de cada persona que será seleccionada y formada para la vida sacerdotal y consagrada a Dios”, estipula.
Para Robledo esto constituirá un candado para evitar que “anormales” ingresen al sacerdocio. No le consta que haya actualmente homosexuales en la vida eclesial. “Si existieron algunos, sí. Personas que han sido suspendidas, que no pueden ejercer el sacerdocio, porque eso no tendría lugar dentro de una persona consagrada. Si es que hay, con el obispo del lugar hay que ver, hablar e investigar”, remata.
Despejar tabú del abuso en talleres
Un propósito que tienen con el nuevo protocolo es que el tema del abuso sexual deje de ser un tema tabú en el ámbito eclesial y educativo. “Como es algo amplio y complejo hay que actuar sabiendo que trabajamos con niños que son inocentes”, dice monseñor Joaquín Robledo, aunque admite que con el influjo de los “medios digitales”, los menores “están con mucho conocimiento” en temas de sexualidad y abuso.
“Se trata de decir las cosas por su nombre, de educar y formar a los menores para que ellos, según su edad, crezcan éticamente y moralmente”, completa el obispo.