Surgieron hace aproximadamente dos décadas, cuando empezó el llenado del embalse de la represa hidroeléctrica de Yacyretá, construida en forma conjunta por Paraguay y Argentina.
El agua fue cubriendo vastas zonas ribereñas, mientras iba formando unas nuevas y deslumbrantes islas de arena blanca en medio del ancho lago formado por el río Paraná, a unos 18 kilómetros del antiguo pueblo jesuítico de San Cosme y Damián, en el Departamento de Itapúa.
Las dunas de arena de San Cosme y Damián, que han sido descritas como una porción del desierto del Sahara en medio de un vasto río-mar, rápidamente atrajeron la atención de muchos turistas. El sugestivo paisaje y las hermosas playas de arena cautivan a los visitantes. Y en las temporadas altas de turismo el sitio recibe hasta a unas 200 personas por día.
El gran atractivo que tiene el lugar permitió además establecer un circuito turístico que incluye visitas a las antiguas construcciones de la Reducción Jesuítica de San Cosme y Damián y al Planetario Buenaventura Suárez, beneficiando con ello a los propietarios de posadas y lugares de alojamiento, a locales gastronómicos y a empresas de transporte fluvial, influyendo positivamente en la actividad económica regional.
Sin embargo, debido al efecto que tienen el viento y las fuertes correntadas sobre las dunas, estas han ido perdiendo gran parte de su extensión geográfica, al punto que hoy solo se conservan unas 4 de las aproximadamente 10 hectáreas que tenían originalmente, y la altura de las montañas de arena, que llegaban a más de 40 metros, hoy apenas tienen unos 15 metros.
Aunque los técnicos de la Entidad Binacional Yacyretá habían señalado que la dunas están condenadas a desaparecer, los pobladores y las autoridades de San Cosme y Damián sostienen que no se debe dejar morir a uno de los destinos turísticos más maravillosos que actualmente tiene el Paraguay, y exigen que el Gobierno y particularmente la EBY asuman un plan de rescate y recuperación que, según estudios, puede consistir en la construcción de muros de hormigón para impedir que la arena siga cayendo al agua, y en el rellenado de arena para recuperar gran parte de lo que ya se ha perdido. Hasta ahora no han recibido ninguna respuesta concreta a estos planteamientos.
El reclamo de los pobladores es más que justo, y podría ser respaldado por toda la ciudadanía. En los años 80, los estados del Paraguay y del Brasil ya cometieron un grave daño ecológico, al hacer desaparecer a los legendarios Saltos del Guairá con el llenado del embalse de la represa de Itaipú. Sería bueno que las dunas de San Cosme y Damián no sufran el mismo lamentable destino. Urge defender y preservar este paradisiaco lugar en el Sur.