En plena vía pública. Jóvenes, muchos menores de edad, decidieron pasar la noche del último fin de semana pasado bebiendo alrededor de sus vehículos en plena calle de San Bernardino.
Con autoparlantes a todo volumen, algunos llegaron hasta la ciudad de Cordillera colgados en las ventanas de los rodados, ante la ausencia casi total de autoridades de la Policía Nacional, o a lo sumo, de agentes de Tránsito, tal y como había prometido el Municipio local.
Estas imágenes de descontrol e inseguridad se repiten cada año. Una interminable fila de vehículos que se agolpan desde la entrada a la localidad. Entrar o salir cerca de la medianoche es tarea muy difícil en esta zona.
A finales de diciembre, en la apertura de su temporada, autoridades municipales, en conjunto con entidades del Estado, habían prometido estrictos controles para evitar desmanes y polución sonora que afecte a pobladores o visitantes durante la estación del sol. Pero nada de esto ocurrió entre este sábado por la noche y el domingo de madrugada.
Poca presencia. A lo largo de toda la Ciudad Veraniega, apenas un grupo de agentes de tránsito se apostó en las intersecciones de la calle principal y la avenida Wenceslao López. Intentaron poner orden en el tráfico, pero sin muchos resultados.
Casi una hora costaba entrar o salir de San Bernardino al filo de la medianoche.
Ya cerca del amanecer, el drama se volcó en las entradas de los tres principales eventos organizados en el lugar.
La presencia de un sinnúmero de revendedores aportó al caos, pues desfilaban en la ruta buscando comprar o vender entradas para las fiestas de la víspera.
A la casi nula presencia de agentes de tránsito se sumó la escasa presencia de efectivos policiales a lo largo de la noche. En un punto, incluso los funcionarios de azul presenciaron en directo el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública y en detrimento de la fluidez del tránsito. Sin embargo, estaban como ausentes, sin tomar determinación alguna al respecto.
Sin protección. Jóvenes en carrocerías de camionetas, conductores y acompañantes sin cascos en motocicletas fueron otros espectáculos de la noche en San Bernardino.
Además, el consumo de alcohol al volante estuvo a la orden de la noche. Hasta cerca del amanecer, ningún control de alcotest se realizó en la ciudad.
En el caso de los biciclos, incluso se vio que los conductores se paseaban en los paseos centrales o veredas realizando peligrosas acrobacias; de esta manera evitaban el estancamiento del tránsito.
Las bebidas llegaron hasta la playa municipal, donde se consumió cerveza, en botellas y latitas cerca del lago, pese a que esta actividad está expresamente prohibida por ley.
Distintos rincones de la playa fueron usufructuados para farras improvisadas, donde la estridencia tuvo su lugar.