La denuncia de la Cámara Paraguaya del Aluminio y el Vidrio (Aluvi), de que empresas extranjeras adquieren productos del exterior para las construcciones de centros comerciales, edificios o condominios hace suponer que en el exterior se está tomando al pie de la letra lo dicho por el presidente de la República, Horacio Cartes, de que el “Paraguay es fácil, es una mujer bonita”.
La Aluvi también había denunciado que muchos de los materiales importados no cuentan con certificación de calidad y no reúnen los requisitos básicos de calidad exigidos por el Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN).
Aunque desde el Gobierno se pregona el aumento de la inversión privada, producto de los numerosos viajes al exterior realizados por el presidente y sus ministros de Hacienda e Industria, principalmente, la población no siente que este auge de la construcción, uno de los sectores más dinamizadores de la economía.
Solo el sector de la producción de vidrio y aluminio emplea a más de 10.000 personas. Por ello, poco y nada sirve que la inversión extranjera aumente si los materiales que se utilizan para la construcción o terminación de edificios, condominios o centros comerciales son importados.
Tampoco sirve de mucho que las licitaciones de las grandes obras viales sean acaparadas únicamente por empresas extranjeras, pues el pago de los anticipos que reciben no es reinvertido en su totalidad en el país sino enviado al país de origen.
Si el argumento esgrimido para dar prioridad a foráneos es que las empresas nacionales incumplen los contratos o sobrefacturan las obras, se deben aplicar (y endurecer, de ser necesario) sanciones a quienes intentan defraudar al Estado.
Permitir que vengan inversores extranjeros sin establecer que un mínimo porcentaje de los materiales a ser utilizados deben ser de procedencia nacional no ayudará al crecimiento de la economía.
Exigir en cambio que los materiales elaborados en el país cumplan con los estándares nacionales e internacionales debería ser uno de los ejes del Gobierno, y para ello deberían buscarse no solo mecanismos para capacitar a los obreros sino también ofrecer incentivos a quienes mejoren cada día la calidad de sus productos.
Paraguay necesita incrementar el nivel de inversión privada para que el crecimiento económico por encima del 4% sea sostenible en el tiempo. Este país debe estar siempre abierto a recibir a quienes quieran invertir, pero no por ello se debe dejar que incumplan reglas establecidas para quienes habitamos el territorio paraguayo. Es deber del Gobierno buscar el equilibrio para que quienes buscan radicar su capital en Paraguay beneficien a la población.