Con un caluroso aplauso, que hacía olvidar por momentos la sensación térmica que superaba los 40 grados, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa llegó hasta el templo ubicado en el centro asunceno. Cerca de 150 feligreses, autoridades nacionales, la jerarquía católica paraguaya y periodistas estuvieron presentes para participar de la ceremonia litúrgica realizada en la mañana de ayer, durante dos horas aproximadamente.
Las palabras de bienvenida fueron pronunciadas por Joan, el obispo de los ortodoxos en Sudamérica. Con alegría, el religioso señaló la visita del patriarca como un hecho histórico.
“Cuando estaba pensando en qué país debía empezar mi gira por Sudamérica, mi corazón dijo que debía empezar por Paraguay”, dijo Kiril, al iniciar su sermón, traductor mediante.
El líder ortodoxo resaltó que ningún otro país en el continente ha sido tan hospitalario con los refugiados rusos que huían de la revolución bolchevique como lo fue Paraguay. “Conservamos en nuestro corazón el agradecimiento a las autoridades y al pueblo paraguayo”, recordó Kiril.
Por otro lado, rememoró también el legado dejado por los refugiados venidos de su país. Se refirió en particular a la iglesia donde realizó el oficio religioso y que fue levantada con aporte de sus compatriotas. “Es un monumento a la fuerte fe que tenían nuestros antepasados”, destacó, agradeciendo además que la comunidad rusa y el templo sigan en pie.
En otra parte de su mensaje, mencionó que los líderes religiosos observan acciones muy peligrosas en la civilización humana. “Cuando los valores se separan de la vida personal y social, tenemos la pérdida de las raíces cristianas en la vida”.
Latinoamérica. Destacó, además, que en Rusia y Ucrania, donde la iglesia ortodoxa tiene sus fieles, se registra el fortalecimiento de la fe cristiana. “Es un hecho sin precedentes y extraordinario en la vida del cristianismo”.
De Latinoamérica, valoró el alto sentido religioso del continente y su potencial espiritual. “Es por eso que considero importante desarrollar relaciones bilaterales entre Rusia y los países latinoamericanos. No solo intercambiar tecnología sino experiencia histórica para no repetir los errores de uno y otro. Que Dios bendiga a Paraguay, por la paz y el bienestar”, dijo al despedirse, mientras un soplo de viento llegaba como una bendición que aplacaba el intenso calor.