18 may. 2025

El trabajo dignifica al hombre

El libro del Génesis (2,15), que narra el comienzo de todas las cosas, nos dice que Dios creó al hombre para que trabajase. En esta breve frase está el fundamento de la dignidad de la persona.

No es el trabajo un castigo por el pecado original, como algunos todavía creen, sino que es el medio por el cual el hombre adquiere dignidad y se realiza como ser humano.

El trabajo dignifica a la persona porque la hace sentir capaz, útil, necesaria, autosuficiente y perteneciente a una sociedad activamente económica. Ganar algo por tu propio esfuerzo, sin que nadie te regale nada, es parte del proceso de realización personal.

Sin embargo, no todos los trabajadores están contentos con lo que hacen, la encuestadora internacional Gallup realizó una investigación a nivel mundial a más de 1.600.000 personas y preguntó lo siguiente:

En el trabajo... ¿tengo oportunidad de hacer lo que más me gusta?

El 83% de los entrevistados respondieron en forma negativa. Es decir, no son felices con lo que hacen en su actividad diaria. En Paraguay tenemos una forma particular de decir, “no me hallo” en el trabajo.

¿Qué debemos hacer los directores y gerentes de empresas ante esta alarmante cifra de gente descontenta en su actividad laboral?

De los jefes se espera que respeten a sus colaboradores, que les den un trato justo y de confianza. Además, equidad en la asignación de tareas y retribuciones, objetividad al premiar y promover a las personas; justicia, entendiendo como tal, la ausencia de discriminación y la posibilidad de apelación ante situaciones consideradas como injustas.

Si al buen trato del jefe le agregamos un relacionamiento excelente con los compañeros de equipo, y un reconocimiento de parte del cliente hacia su trabajo, el resultado será un funcionario motivado y feliz de pertenecer a la organización.

Los colaboradores se sienten respetados cuando perciben que son respaldados por la organización en el desarrollo de sus actividades, cuando sienten que pueden participar en decisiones que los afectan y cuando sus ideas son tomadas en cuenta.

En la misma encuesta se preguntó ¿cuál es el principal motivo por el que permanezco en esta empresa?

En un 70% la respuesta fue la oportunidad de crecer y desarrollarse profesionalmente, solamente el 15% refirió la remuneración como un motivo de permanencia. Esto nos demuestra que el dinero no es el principal motivo por el que uno trabaja.

Los empresarios somos antes que nada responsables de dignificar el trabajo, de brindar las herramientas y el entorno para que los empleados puedan desarrollar su trabajo con motivación.

El Papa Juan Pablo II nos decía que el trabajo es “para la persona y no para el producto”, haciéndonos ver que no estamos tratando con “máquinas”, olvidándonos de la dimensión humana de la empresa. Hoy tenemos que entender que no es la empresa la que crece y desarrolla a sus colaboradores, son las personas las que crecen y desarrollan a la empresa. No hay otra fórmula.

Para nosotros, ser empresarios debe de ser una “vocación”. El trabajo es una fuente de dignificación de la persona. Dios nos puso en este lugar para llevar su reino a la empresa.