29 mar. 2024

El trabajo dignifica al hombre

El libro del Génesis (2,15), que narra el comienzo de todas las cosas, nos dice que Dios creó al hombre para que trabajase. En esta breve frase está el fundamento de la dignidad de la persona.

No es el trabajo un castigo por el pecado original, como algunos todavía creen, sino que es el medio por el cual el hombre adquiere dignidad y se realiza como ser humano.

El trabajo dignifica a la persona porque la hace sentir capaz, útil, necesaria, autosuficiente y perteneciente a una sociedad activamente económica. Ganar algo por tu propio esfuerzo, sin que nadie te regale nada, es parte del proceso de realización personal.

Sin embargo, no todos los trabajadores están contentos con lo que hacen, la encuestadora internacional Gallup realizó una investigación a nivel mundial a más de 1.600.000 personas y preguntó lo siguiente:

En el trabajo... ¿tengo oportunidad de hacer lo que más me gusta?

El 83% de los entrevistados respondieron en forma negativa. Es decir, no son felices con lo que hacen en su actividad diaria. En Paraguay tenemos una forma particular de decir, “no me hallo” en el trabajo.

¿Qué debemos hacer los directores y gerentes de empresas ante esta alarmante cifra de gente descontenta en su actividad laboral?

De los jefes se espera que respeten a sus colaboradores, que les den un trato justo y de confianza. Además, equidad en la asignación de tareas y retribuciones, objetividad al premiar y promover a las personas; justicia, entendiendo como tal, la ausencia de discriminación y la posibilidad de apelación ante situaciones consideradas como injustas.

Si al buen trato del jefe le agregamos un relacionamiento excelente con los compañeros de equipo, y un reconocimiento de parte del cliente hacia su trabajo, el resultado será un funcionario motivado y feliz de pertenecer a la organización.

Los colaboradores se sienten respetados cuando perciben que son respaldados por la organización en el desarrollo de sus actividades, cuando sienten que pueden participar en decisiones que los afectan y cuando sus ideas son tomadas en cuenta.

En la misma encuesta se preguntó ¿cuál es el principal motivo por el que permanezco en esta empresa?

En un 70% la respuesta fue la oportunidad de crecer y desarrollarse profesionalmente, solamente el 15% refirió la remuneración como un motivo de permanencia. Esto nos demuestra que el dinero no es el principal motivo por el que uno trabaja.

Los empresarios somos antes que nada responsables de dignificar el trabajo, de brindar las herramientas y el entorno para que los empleados puedan desarrollar su trabajo con motivación.

El Papa Juan Pablo II nos decía que el trabajo es “para la persona y no para el producto”, haciéndonos ver que no estamos tratando con “máquinas”, olvidándonos de la dimensión humana de la empresa. Hoy tenemos que entender que no es la empresa la que crece y desarrolla a sus colaboradores, son las personas las que crecen y desarrollan a la empresa. No hay otra fórmula.

Para nosotros, ser empresarios debe de ser una “vocación”. El trabajo es una fuente de dignificación de la persona. Dios nos puso en este lugar para llevar su reino a la empresa.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.