Más de 100 fiestas, conocidas como blocos, se realizaron el fin de semana, a siete días de la apertura de los suntuosos desfiles oficiales en el sambódromo.
El momento de apogeo corrió por cuenta de la fiesta Simpatia é Quase Amor, que hizo base en el paseo costero de Ipanema y reunió a miles de personas.
El festejo no ahorró dardos contra Crivella, devenido en la némesis de los amantes del carnaval, que lo acusan de haber quitado apoyo oficial financiero al festejo que es sinónimo de Río.
Crivella, una figura clave del ascendente movimiento evangélico de Brasil, recortó los fondos en medio de una fuerte crisis económica que vive la ciudad y fue acusado de intolerante con la fiesta popular que antecede al inicio de la cuaresma católica.
“Simplemente dio la espalda a la cosa más importante que existe en Río de Janeiro, que es la cultura popular que genera las manifestaciones populares, trae turistas y hace que esta sea la ciudad maravillosa”, dijo Dodo Brandão, cineasta que dirige Simpatia é Quase Amor.
Todos los músicos que tocaron en el bloco vestían camisetas con la leyenda “Vete Crivella”. El carnaval de Río es conocido por su competencia oficial, donde las escuelas desfilan con sus carros por el sambódromo frente a miles de espectadores.
Pero para muchos, el aire de aficionado de los blocos, que congregan en las calles multitudes de hasta más de un millón de personas, encarna el verdadero espíritu de la fiesta. Y durante varias semanas entre enero y febrero, los juerguistas disfrazados, la música en vivo, el baile y los tragos invaden todos los barrios de la ciudad.
A una semana del inicio del carnaval de Río de Janeiro, el más famoso del mundo, los hoteles se apuran para colgar el cartel de completo y se triplican los precios de los alojamientos para el millón y medio de turistas que, según los organizadores, abarrotarán la ciudad.
La asociación hotelera de Río de Janeiro estima que la ocupación durante el carnaval, entre los próximos días 10 y 14, alcanzará el 72 por ciento. AFP-EFE