19 abr. 2024

Biología: una apuesta por la vida

Hace 30 años, Alberto Yanosky comenzó una carrera como biólogo. Y aunque es argentino, desde 1994 desarrolla en nuestro país una destacada labor a favor de la conservación de la biodiversidad, como director ejecutivo de la oenegé Guyra Paraguay.

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Alberto Yanosky, investigador de Guyra Paraguay.

Archivo.

Foto: Fernando Franceschelli

El 1 de marzo de 1987, Alberto Yanosky obtuvo su primer trabajo como biólogo: tenía que desarrollar en la provincia de Formosa una de las primeras reservas privadas de Argentina, El Bagual.
En 1994, la Fundación Moisés Bertoni lo invitó a trabajar en nuestro país, donde colaboró en la promulgación de la Ley n.º 352 de Áreas Silvestres Protegidas, una idea innovadora en América Latina, que apuntaba a crear un sistema de reservas privadas.
Desde 1996, con la Fundación Moisés Bertoni, gestó y puso en funciones siete organizaciones. Una de ellas es Guyra Paraguay, creada el 20 de noviembre de 1997, la misma fecha en que Yanosky se había graduado 11 años antes.

-¿Por qué eligió esta carrera y cómo llegó a Paraguay?

- Estudié en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, con un fuerte sesgo hacia la biología marina, porque mi sueño era ser como Jacques Cousteau.
Al poco tempo de egresar, apareció en el diario Clarín un aviso en el que pedían un biólogo para una reserva en el Norte argentino. Creo que fue la primera vez que veíamos con mis compañeros un pedido de trabajo para un biólogo. Eso no existía 30 años atrás.
Gané un concurso y, con 23 años, dejé Mar del Plata y me fui a vivir a 150 kilómetros de la ciudad de Formosa para trabajar en la creación de una reserva (El Bagual), la primera de Argentina manejada por una empresa privada. Trabajé ahí durante ocho años. Después nacieron mis dos hijas, y se volvió muy complicado. Tenía que viajar 50 kilómetros para llevarlas a la escuela y tampoco había posibilidades de que socializaran.
En ese momento vino la oferta de la Fundación Moisés Bertoni, para acompañar la implementación de una red de reservas privadas. Eso fue en 1994. Recién se estaba creando la Ley de Áreas Silvestres Protegidas en Paraguay y había un boom relacionado con las reservas privadas. Así fue como vine a este país, del cual me enamoré y en el que me quedé. Quería ser como Cousteau y mirá dónde terminé, en Paraguay, sin mar pero muy feliz.

-¿Cuál es hoy la importancia de un biólogo?
- Antes un biólogo era un ser extraño, un nerd que se sabía todos los nombres científicos de las plantas y los animales, encerrado en su mundo, sin interacción con el resto. En aquella época no teníamos todas las disciplinas que tenemos hoy, ingenieros ambientales, licenciados en Ciencias Ambientales, ecólogos humanos. Ni genetistas existían. Éramos los biólogos los que hacíamos investigación en medicina microbiología, genética y por ahí había algunos que trabajaban en el área de conservación. Pero trabajaban desde la perspectiva de que la naturaleza está ahí, que hay que conocerla pero no tocarla y que el hombre no es parte de eso. 30 años después se sabe perfectamente que el biólogo tiene un rol clave en integrar la naturaleza a los sectores productivos.
-¿Cambió la visión que hoy se tiene de estos profesionales?
- Las cosas han cambiado. Los pajaritos, las plantas, los hongos, las cosas que estudiábamos hace 30 años estaban en algún lugar intocable, intangible. Hoy en día son pocos los lugares donde podemos ir a estudiar la naturaleza, y el desafío es cómo la conservamos, cómo la integramos.
Cuando comencé a trabajar en el Chaco, esa ecorregión que compartimos con otros países tenía 5.000.000 de hectáreas de bosque más que ahora. En los últimos cinco años hemos perdido dos millones de hectáreas, de las cuales, de un millón es responsable Paraguay.

-¿Qué puede aportar un biólogo para la vida en las ciudades?
- Hoy, en todo el mundo, lo que estamos tratando de hacer con las ciudades es sacar un poco más de cemento y poner un poco más de verde, techo verde, paredes verdes. Lo que estamos haciendo es extraer el conocimiento científico de la naturaleza y ponerlo nuevamente en nuestras manos. Eso tiene que ver con reducir la vulnerabilidad. Ahora somos muy vulnerables, porque antes no teníamos las tormentas que tenemos ahora, con los vientos tan fuertes. La ciudad no está preparada para toda esta cartelería que se nos cae en la cabeza, sobre los autos. Antes no existían estos eventos de tornados, pequeños huracanes. Tampoco tenemos un sistema de ciudades bien preparadas para esto.

-¿Qué debemos hacer?

- Tenemos que ir adaptándonos a esto que nos está ocurriendo. Perdimos ocho millones de hectáreas de bosques en la región Oriental y cada dos años nos estamos devorando medio millón de hectáreas de bosque chaqueño. Y ese bosque tiene alguna función: si está ahí, por algo es. Ese suelo es muy arenoso; cuando llueve, si no tiene ese bosque protector, se erosiona, esa arena va a los ríos. Antes uno no veía colorados los cursos de agua del Paraguay. Es el suelo rojo, tan rico en hierro que se está yendo. Les digo a mis alumnos de la universidad que el principal producto de exportación de Paraguay es el suelo, y ahí se va gran parte de la fertilidad.

-¿Eso es reversible?
- Claro que sí. Solo que los humanos nos damos cuenta cuando nos empieza a tocar el bolsillo o la salud. Si uno analiza cuáles son los principales ingresos de nuestros países, son los provenientes de los recursos naturales. No somos China, Taiwán o países europeos. Basamos nuestras economías en los recursos naturales.
Paraguay tiene tres cosas que le dan mucha riqueza: la carne, la soja y el agua. Si tenemos un potencial increíble de crecimiento es gracias a que tenemos unos suelos fantásticos, un clima increíble y agua en cantidad y calidad, y esas son las cosas que tenemos que cuidar. A eso le debemos sumar la biodiversidad. Parece que nadie se da cuenta de que si no hay biodiversidad no hay polinización, y sin polinización nos quedamos sin maíz.
Tenemos mucho para cambiar y lo estamos haciendo de a poquito. Miren lo que pasó con la capa de ozono. ¿Quién iba a pensar hace diez años que íbamos a cerrarla? Y las naciones se pusieron de acuerdo, redujimos algunos de los elementos que producen ese agujero y hoy se está cerrando.

Profesionales, se buscan
Desde Guyra Paraguay, Yanosky y su equipo identificaron 57 áreas de gran importancia para conservar la naturaleza, terrenos que no deberían ser transformados. De esas 57, solo 22 se encuentran en las áreas protegidas declaradas por el Estado. Las 35 restantes están ubicadas fuera de las regiones protegidas. El 96% del territorio en cuestión se encuentra en manos privadas.

-¿Por qué necesitamos tener profesionales formados en biología?
- El biólogo tiene una capacidad más holística para ver desde el punto de vista de la naturaleza, de los servicios ambientales, del ecosistema, y nos estamos dando cuenta que los de la naturaleza no son elementos independientes, hay algo que llamamos la diversidad funcional. Cuando tumbamos una hectárea de bosque no es que se fueron solamente 400 árboles, troncos con hojas y raíces. Se nos fueron también una cantidad de epífitas, de lianas, de insectos, de arañas, de garrapatas, de monos, de plantas. ¿Quién sabe qué es lo que se va con esa hectárea, con toda esa vida asociada a esos árboles tumbados? ¿Cuánto oxígeno dejó de producir?
La naturaleza es muy sabia en esas cosas. Hemos evolucionado en un sistema de equilibrio. Cuando nos consideramos mucho más inteligentes que la naturaleza es cuando esta empieza a tomar medidas para mantener ese equilibrio. La naturaleza no nos necesita. Nosotros sí necesitamos a la naturaleza.

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-¿Hoy existe un campo más amplio para desarrollarse como investigador en esta área?
- Sí. Lo que critico es que, por formación, tenemos una visión muy amplia de todo, somos muy generalistas y no somos especialistas en nada. Hay otras especialidades que están tomando esos nichos vacíos que están dejando los biólogos. Cuando hablamos de la fauna silvestre y su manejo, los veterinarios muchas veces toman el lugar del biólogo.

-¿Cuál debe ser la formación de un biólogo en la actualidad?

- Un biólogo nuevo tiene que empezar a incorporar elementos de la sociología, de la antropología. No estamos formados para eso. Y ahí es donde empiezan a surgir otras disciplinas que van supliendo esos nichos que como profesionales hemos dejado vacíos: empezaron a surgir los ecólogos humanos, los ingenieros ambientales. Pasa en todas las disciplinas. Cada día somos más multidisciplinarios.

-¿Ha avanzado la carrera de Biología en Paraguay? ¿Qué faltaría?

- Lo que necesitamos es darle un poco más de actualización a la carrera. Necesitamos que la gente se prepare. Tenemos algunos problemas endémicos de actualización. Por suerte ahora tenemos el Conacyt, que nos está apurando para que seamos competitivos y que en 2030 tengamos una universidad que esté entre las primeras 400 del mundo. Tenemos una meta: formar científicos, profesionales; y ahí está inserto el biólogo. La universidad está recibiendo mucho empuje por ese lado y a veces percibimos una diferencia muy notoria entre aquellos que tuvieron la oportunidad de salir y volver, y los que estudiaron en el país.

-¿Se puede subsistir dignamente con esta profesión?
- Totalmente. Yo lo he hecho. Sostuve una familia, mis hijas pudieron estudiar, viajo por el mundo. Hay algo que nos hace estudiar biología. Todo el que estudia biología tiene un don especial en eso que tiene que ver con la naturaleza, con nuestra tranquilidad mental. No conozco a biólogos que no tengan trabajo. Nadie se vuelve millonario, pero ninguno de nosotros busca eso. Si alguien quiere tener capital, patrimonio, pues que no estudie biología.

-¿Por qué alguien querría ser biólogo?
- Está la satisfacción personal de saber que estás poniendo un granito de arena para mejorar el aire que respiramos, el alimento que consumimos, el suelo que pisamos y para que podamos salir a mirar pájaros y seguir apreciando la belleza de una mariposa. Si uno ve una mariposa y alguien le explica cómo fue el proceso de metamorfosis hasta que llegó a convertirse en lo que es, entonces es imposible que no se enamore de esta profesión.

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Bien preparado
Alberto Yanosky (54) nació en Argentina. Es escritor científico, orador y consultor internacional. Es licenciado en Ciencias Biológicas, máster en Metodología de la Investigación Científica y doctor en Ciencias. También posee un título de biólogo profesional otorgado en Louisiana, Estados Unidos, en 1988. Está casado y tiene dos hijas, ambas graduadas; la mayor en Medicina (ginecología) y la menor en Relaciones Internacionales.
En 2013, la National Geographic Society le otorgó el Premio al Liderazgo en la Conservación. Es miembro de BirdLife International, el Consejo para la Conservación de Aves Acuáticas de las Américas y la Iniciativa de Especies Migratorias del Hemisferio Occidental.
Es especialista en conservación y biodiversidad, población y ecología natural, ecosistemas de humedales y sostenibilidad, contribuyendo en todo el mundo a la conservación de redes. También se desempeña como consultor ambiental para el Banco Mundial.


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Mucho trabajo
Bajo el liderazgo de Alberto Yanosky, Guyra Paraguay realizó más de 350 actividades de desarrollo sostenible y conservación de la biodiversidad, como el proyecto de Conservación de bosques del Chaco paraguayo, para preservar la diversidad ecológica de bosques nativos en peligro inminente de extinción.
También apoyó la formación de más de 100 grupos locales de conservación, adiestrando a más de 500 jóvenes profesionales, quienes lograron la adquisición de más de 24.000 hectáreas en diferentes regiones, dedicadas a la conservación a perpetuidad.
Realizó el estudio de 714 especies de aves de Paraguay, la identificación de 80 aves amenazadas y la protección de 500 especies en las reservas privadas de Guyra.