¿Y cuando no haya sacerdotes?

Escribo diciendo que no pregunto cuando no haya vocaciones sacerdotales, sino “cuando no haya sacerdotes”. No es lo mismo.

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El número de seminaristas y de miembros de las congregaciones religiosas es cada día más pequeño y en algunos países casi nulo. Esta falta se disimula trayendo sacerdotes de países en que todavía abundan los sacerdotes, como la India; algunas naciones de África o Polonia. Pero todos estamos convencidos de que, a la larga, esta no es la solución.

Habría que estudiar por qué la experiencia de diáconos casados no ha tenido toda la influencia que se esperaba. Leía que en Roma se hablaba ahora de las diaconisas. No pude saber con qué condiciones.

Por otra parte, mucho de este trabajo pastoral lo hacen las religiosas en parroquias. Pero nos parece que esta no es la solución definitiva. Sentimos como que falta algo muy importante.

También comprendemos que este cambio, en la expresión concreta del sacerdocio, no es algo que se haga de la noche a la mañana. Lo nuevo de ello tiene que ser comprendido, aceptado como un bien y apoyado por el pueblo cristiano.

Y para llegar al karaku tiene que llegar al tema del celibato sacerdotal. Hacía notar al comienzo que no hablaba de cuando no haya vocaciones sacerdotales, sino “cuando no haya sacerdotes”. Y añadía que “no es lo mismo”.

Si entra en los designios de Dios el que haya sacerdotes en su Iglesia, vocaciones (llamadas) a ser sacerdotes ciertamente las habrá.

Lo que puede frenarlo son las condiciones que personas de una cultura pasada pongan a otra expresión del sacerdocio más moderna.

Este no es un tema fácil. Tampoco agobiante, pero sí urgente. Ya existen millones de cristianos abandonados en su profunda atención pastoral que supera a los sacramentos.

Es hora de oración y de que se abra la Iglesia para conocer el sentir del pueblo creyente.

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