Territorio rico y territorio pobre

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EdicionPor motivos laborales la semana pasada realicé un viaje a Ciudad del Este y cada vez que visito esta zona del país, me impresiona el crecimiento de esta pujante región.

Hoy Ciudad del Este es el epicentro de los agronegocios porque muchas grandes empresas vinculadas al sector agrícola tienen su sede en dicha ciudad y es también el epicentro de las industrias maquiladoras debido a que un 81% de las exportaciones industriales de nuestro país están destinadas al Mercosur y especialmente al mercado brasileño.

Si a esto le sumamos la cercanía con la usina de Itaipú podemos entender claramente porqué esa zona del país se ha convertido en un polo de desarrollo industrial y comercial.

Hace mucho tiempo un consultor internacional me dijo que tenemos que dejar de mirar al territorio desde los mapas elaborados con criterios políticos, que dividen la geografía en países como el Paraguay, la Argentina, Brasil, etc.

Tenemos que aprender a mirar el territorio también desde criterios económicos basados en la integración de las diferentes cadenas productivas. Con esa óptica vemos que los Estados de Paraná y de Mato Grosso do Sul se encuentran mucho más integrados económicamente al Paraguay que a los Estados del noreste del Brasil.

Observando el mapa de nuestro país, vemos que la zona del río Paraná se encuentra al lado de estados ricos del Brasil; mientras que la zona del río Paraguay se encuentra al lado de las zonas más pobres de la Argentina.

Por la dinámica económica no debe sorprendernos que el desarrollo del Paraguay natural e indefectiblemente se irá produciendo hacia el Este del país, quedando las otras zonas más atrasadas.

Esta desigualdad territorial la vemos a nivel de Continentes, como por ejemplo una Europa rica y un África pobre, también lo vemos a nivel de países como, por ejemplo, en el Brasil un Estado como el de San Paulo muy rico y un Estado como el de Piauí muy pobre.

Esta desigualdad territorial hace que los pobres de una región migren hacia las zonas más prósperas en busca de oportunidades, que algunas veces las encuentran y otras veces les obliga a vivir en villas miserias en torno a las grandes ciudades.

Esta situación que se da naturalmente por la dinámica del libre mercado, exige que las políticas públicas sean pensadas con un criterio territorial. Por ejemplo: con incentivos fiscales y crediticios estimular la inversión privada en las zonas menos desarrolladas y focalizar el gasto público en infraestructura, salud y educación en dichos territorios.

La zona del Este del Paraguay tiene un futuro promisorio porque la demanda de alimentos en un mundo superpoblado continuará creciendo y porque la industrialización del Paraguay integrado a las cadenas productivas brasileñas es un proceso casi imparable.

A esto debemos sumarle la inauguración de un segundo puente con el Brasil que va a dinamizar aún más la integración con dicho país y la renegociación del nuevo Anexo C, donde todo indica que se destinarán más recursos de Itaipu a la zona de influencia de la usina.

Esta zona del país se encuentra en el círculo virtuoso del desarrollo: crece la inversión de las empresas, crece el empleo y el consumo de la gente y finalmente crecen las ventas y nuevamente la inversión de las empresas.

Tenemos que pensar las políticas públicas de nuestro país con una visión territorial, apoyando con infraestructuras a las zonas más pujantes y apoyando con políticas sociales a las zonas menos favorecidas.

Tenemos que evitar los problemas que tiene el Brasil con un norte pobre y un sur rico porque eso tiene un impacto muy grande no solo en lo social, sino también en lo político.

En las últimas elecciones en el vecino país, el norte pobre votó a Lula y el sur rico a Bolsonaro, lo cual es tremendamente peligroso para la paz social y para el mantenimiento de la unidad del país.

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